#YoSoy132,
balance a la distancia.
Por Pablo Reyna Esteves
(twt: @preynae)[1]
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0.
Algunas
notas sueltas a modo de introducción.
Ya han
pasado cuatro años desde aquel 11 de mayo del 2012, cuando en la Universidad
Iberoamericana (Ibero) se llenó el vaso de una indignación contenida en un
proceso electoral institucionalmente aburrido y predecible. La participación
del entonces candidato del Partido Revolucionario Institucional (PRI) a la
presidencia de México, Enrique Peña Nieto (EPN) en la Ibero estuvo marcada por
diversas protestas estudiantiles. El control de daños que los políticos
profesionales del PRI y sus afines realizaron en los medios de comunicación fue
la gota que derramó el vaso. La valiente e inesperada respuesta audiovisual de,
por lo menos, 131 estudiantes de la Ibero esparció la indignación y a una
velocidad sorprendente despertó empatías, voluntades y fuerza en jóvenes de
universidades públicas y privadas, primero, en la Ciudad de México y,
posteriormente, en todo lo largo y ancho de México y decenas de ciudades del
mundo entero. Decenas de miles de jóvenes viralizaron la emoción y la
solidaridad y, como si se estuvieran esperando a sí mismos desde hace mucho
tiempo, se encontraron en las calles. #YoSoy132 se volvió la celebración de ese
encuentro y, no sólo trajeron aire fresco a la contienda electoral, sino que,
en más de un sentido, mostraron el potencial de ese sujeto político frecuentemente
invisibilizado: los jóvenes; y de sus nuevas herramientas: las redes sociales.
En cuestión de días, #YoSoy132 trastabilló a los gigantes invencibles: los
poderes mediático y político profesional. Aún y cuando el PRI recuperó el poder
presidencial vale la pena hacer un balance crítico del #YoSoy132.
Miles
de páginas se han dedicado a entender el #YoSoy132. Muchas, desde la
intelectualidad de izquierda, se han descargado en alabanzas. Otras tantas han
hecho la crónica de su agonía, funeral y hasta han escrito su epitafio. Decenas de veces he escuchado la pregunta
sobre qué ha pasado y cuáles fueron los logros del #YoSoy132. Imposible
responder sin preguntarnos también qué ha pasado con México en los meses
recientes. Un México que ha cambiado mucho desde el día en que EPN recibió la
banda presidencial en el recinto legislativo de San Lázaro entre protestas,
policías y violaciones a los derechos humanos. El #1Dmx marcó el inicio de un
sexenio que ha profundizado tanto el modelo neoliberal a través de reformas
estructurales como el despojo institucionalizado de los derechos de los
ciudadanos, en medio de una guerra que ha desatado la mayor crisis en años: la
masacre de Iguala y la desaparición forzada de 43 jóvenes estudiantes de la Escuela
Normal Rural de Ayotzinapa en Guerrero.
Sirva este texto para explorar algunas ideas
sobre la emergencia, movimiento y actualidad del #YoSoy132 en el contexto
político, económico y social de este país al que aún llamamos México.
1.
Contexto.
México 2012 y el entorno global.
Crisis y Guerra. Vivimos en un permanente estado de
crisis global, civilizatoria.
La
historia no llega a su fin por decreto. El modelo de democracia capitalista
realmente existente (DCRE)[2], su pulsión por la
especulación financiera y la guerra, ha profundizado la concentración de poder
y riqueza en un puñado de personas y empresas, incrementado las desigualdades
sociales y acelerado el deterioro ambiental a niveles sin precedentes[3]. A partir de septiembre de
2001, los estados con democracias liberales, México incluido, han asumido las nociones de control y
seguridad, así como la administración de la guerra y del terror, como los
fundamentos para gobernar a través de estados de excepción permanentes y no
declarados, donde los derechos son, de facto, cancelados (Agamben, 2013). Los
estados han renunciado a su compromiso de garantizar el bienestar de sus
ciudadanos y han optado por la privatización de todos los servicios públicos,
desde la educación y la salud hasta la producción de alimentos. Así, mientras los estados prácticamente
desaparecieron su política social, han fortalecido su brazo punitivo de
seguridad y control. La guerra contra el terror -iniciada en 2001-, así como la
crisis financiera del 2008 y las alteraciones climáticas antropogénicas, son
síntomas de la crisis sistémica del orden mundial actual. Frente a estas
crisis, diversos movimientos sociales y alternativos han hecho frente a la
complejidad de formas de violencia, precarización objetiva y subjetiva, desigualdades
y exclusión. Para muestra, basta recordar el levantamiento zapatista de 1994,
las protestas contra la globalización de 1999, el rechazo a la guerra contra el
terror de 2001. Más recientemente, desde el 2011 y hasta la fecha, la ola de
indignación se ha extendido desde la primavera árabe, las protestas en Grecia,
España, Portugal, Chile, Colombia y Brasil hasta el propio centro financiero
del mundo: Wall Street, desde donde se rechaza la sociedad existente y se
anhela una sociedad otra.
La
acumulación de crisis descrita anteriormente se expresa claramente en México.
México,
aún y cuando la Constitución dice lo que dice, con todo y las elecciones, las
instituciones, los tres poderes, la transición y los partidos políticos, no es
una democracia. El estado mexicano, ineficiente y corrupto, claudicó a sus
funciones fundamentales de resguardar la seguridad y la justicia, para aceptar
las condiciones impuestas por los
grandes capitales – legales e ilegales- y a los poderes fácticos, principalmente
los mediáticos y financieros. Un país sumido en formas inéditas de
totalitarismo, con las instituciones históricas de su democracia liberal desmoronándose
(Sicilia, 2014). México es este despotismo democrático al que Gustavo Esteva ha
descrito como ese lodo en el que no es posible distinguir entre el mundo del
crimen y el mundo de las instituciones (Esteva, 2013).
Un
México sumido en la guerra, públicamente iniciada en 2007, por el control de
los territorios, el trasiego y el mercado de las drogas. Una guerra que a mediados
de 2016 ya ha cobrado unos 151,000 asesinados y 26,000 desaparecidos a lo
largo, ancho y profundo del país. Una guerra caracterizada por una violencia
tan extrema que arrebata todo lo que nos hace humanos. Una guerra que revela la
colusión entre delincuencia, mercados y gobiernos. Una guerra en la que México
se hace sinónimo del lugar de los feminicidios, los periodistas asesinados, los
migrantes masacrados, las desapariciones y los juvenicidios.
Un
México que, en los últimos 30 años, ha producido un puñado de los hombres más
ricos del mundo, mientras ha empobrecido a más de la mitad de sus habitantes y ha
expulsado, más allá del Río Bravo, a la quinta parte de su población. Un México
sin crecimiento económico, sin movilidad social. Un México donde las palabras desarrollo y
modernidad van de la mano de despojos territoriales y de la negación de los
derechos de los pueblos indígenas.
Aún y
cuando sobran motivos para organizarse contra las políticas económicas y
sociales, la corrupción, la impunidad y la violencia desatada en la guerra por
el control de los territorios y mercados de la droga, los movimientos sociales
experimentaban un largo reflujo dejando un vacío de alternativas de izquierda. El
movimiento estudiantil no conseguía organizarse después de las heridas internas
dejadas por la prolongada defensa del derecho a la educación en la Huelga de la
UNAM de 1999; la movilización popular encabezada por Andrés Manuel López
Obrador en 2006 abandonó la protesta para construir su propia estructura
electoral; las resistencias autonómicas y anticapitalistas convocadas alrededor
del EZLN no lograron articularse ampliamente en la Otra Campaña del 2006 al
2008; las luchas socioambientales, campesinas e indígenas mantuvieron frentes
de resistencia fuertes localmente; y aunque a través del Movimiento por la Paz
con Justicia y Dignidad (MPJD) se logró visibilizar a las víctimas de la guerra
en México, así como hacer una crítica certera al sistema económico y político
que se beneficia de ésta, no fue suficiente para detener esta guerra. En
resumen, durante el contexto electoral del 2012, no se vislumbraba ningún
movimiento capaz de convocar masivamente a la oposición en México.
2.
Del 11
de mayo de 2012 al #YoSoy132
En
este contexto, el proceso electoral del 2012 iba de acuerdo al guion. Los
políticos profesionales agrupados en sus partidos políticos dominaron el
escenario teatral del relevo presidencial. El poder mediático se encargaba de
contarnos el soporífero cuento de un resultado electoral predecible: la crónica
ya anunciada de la restauración del PRI en Los Pinos. Con los accesos al teatro
de la política partidista bloqueados, la ciudadanía –los jóvenes y no tan
jóvenes- presenciábamos la predecible, aburrida y ajena obra montada sobre las
ruinas de México. Hasta que el 11 de mayo de 2012, en la Universidad
Iberoamericana, el escenario se derrumbó. El maquillaje se resquebrajó. La
historia recibió una bocanada de aire fresco.
Lo
sucedido aquella mañana es de todos conocido. Y aunque casi todo se ha dicho y
escrito al respecto, quiero detenerme en algunas ideas. En las protestas por la
visita de EPN a la Ibero, a la vez que se vislumbraban algunas de las
características, motivaciones, modos e identidades de lo que posteriormente
sería el #YoSoy132, también se diagnosticó, intuitivamente, lo que significaría
la restauración del PRI.
De las motivaciones: el PRI, Atenco, CSG y
los medios de comunicación.
De
manera esquemática, la diversidad de protestas que confluyeron esa mañana en la
explanada del auditorio José Sánchez Villaseñor de la Universidad
Iberoamericana giraron en torno del rechazo al PRI, a la vinculación de Carlos
Salinas de Gortari (CSG) con EPN, el
matrimonio de los medios de comunicación hegemónicos con el candidato y la
responsabilidad de éste en la represión y criminalización del movimiento social
de Atenco.
Del rechazo
al PRI. Durante los 70 años ininterrumpidos en que el PRI conservó
y ejerció el poder presidencial se caracterizó por ser un partido de estado con
capacidad de operar un engranaje corporativo disciplinado al mando único del
presidente en turno. En la Ibero, simpatizantes del PRI, disciplinadamente,
buscaron evitar cualquier tipo de protesta: ocuparon los mejores lugares dentro
del auditorio, portaron idénticas pancartas de apoyo al candidato, quitaron las
cartulinas de rechazo, que tratando de evitar el registro gráfico de las
manifestaciones se colocaban entre los fotógrafos y los grupos de estudiantes que
protestaban. El equipo de seguridad del candidato se dedicó a fotografiar los
rostros de quienes protestábamos.
Cuando
EPN abandonó la Ibero, las declaraciones del presidente del PRI y otros
miembros del partido y de la campaña del candidato revelaron, de nuevo, su
naturaleza autoritaria y paternalista. El control de daños se centró en
descalificar, invisibilizar, amenazar y aleccionar a los jóvenes que protestaron.
Es
decir, el nuevo viejo PRI operó de acuerdo a sus usos y costumbres en la Ibero.
De la
relación CSG – EPN. Decenas de estudiantes de la Ibero recibieron
a EPN con máscaras de papel con la silueta del rostro del político más obscuro
de la historia reciente de México: CSG. Los mensajes fueron claros. Para los
jóvenes de la Ibero, EPN representa la continuidad del proyecto neoliberal y
globalizador que CSG impulsó mientras fue presidente de México. El empeño de
CSG en reformar la economía nacional, privatizar las empresas paraestatales y
abrir las puertas del capital extranjero a través del TLCAN han llevado a la
concentración del poder político, mediático y económico en el puñado de las
personas más ricas que México aporta al mundo, mientras que, a su costa, se ha
empobrecido a un alto porcentaje de los mexicanos. Además, la imagen de CSG
está ligada a la corrupción y a las decisiones cupulares tomadas sin debate
público.
Del
matrimonio de EPN con los medios de comunicación. La
percepción generalizada entre el electorado era que el teatro de la campaña
electoral del 2012 fue construido y preparado por el duopolio televisivo que
controla lo que se dice y lo que se calla en México. La imagen y la campaña que
encumbraron a EPN como el personaje político idóneo para la presidencia de la
república se construyeron desde las televisoras. Esa percepción era la
compartida por quienes protestamos esa mañana.
Pero
fueron los propios medios, en sus noticieros matutinos y en las ocho columnas
de su red de periódicos, quienes se encargaron de confirmar – al no mostrar
imágenes de las protestas universitarias y afirmar que lo sucedido fue un intento de
boicot - como real lo que era una percepción.
A la
vieja usanza, los medios al alinearse con el candidato desataron lo que
posteriormente sería una de las demandas principales de #YoSoy132: la
democratización de los medios.
De la
responsabilidad de EPN en la represión y criminalización del movimiento social
de Atenco. Apenas una semana antes se había conmemorado el sexto
aniversario de la represión política sufrida por el movimiento social de
Atenco. La relación de EPN con ésta es innegable.
Años
antes, en 2001, el Frente de Pueblos en Defensa de la Tierra (FPDT) de San
Salvador Atenco había logrado revertir la expropiación e impedir la construcción en sus tierras –que
serían expropiadas al precio de $7 el metro cuadrado, menos que lo que cuesta
un pedazo de jerga- de un nuevo aeropuerto para la Ciudad de México. El 3 de mayo
del 2006, el FPDT se movilizó en solidaridad con comerciantes de flores de la
ciudad vecina de Texcoco. Los cuerpos policiacos desalojaron a los comerciantes
y al propio FPDT, deteniendo a varios de sus líderes. El FPDT se movilizó
demandando la liberación de los presos y bloqueó la carretera que conecta
Texcoco con la Ciudad de México. En un operativo con más de 2,500 policías estatales
y federales desalojaron el bloqueo y durante la madrugada del 4 de mayo ocuparon
Atenco. Durante el operativo fueron asesinados por fuerzas policiales dos
jóvenes – uno por disparo de arma de fuego y otro lesionado en la cabeza por un
proyectil de gas lacrimógeno-, 207 personas detenidas; así como 26 mujeres sufrieron
abusos sexuales (CNDH, 2006)[4]. Los líderes del FPDT
fueron sentenciados a más de 60 años de prisión, aunque cuatro años después
recuperaron su libertad por falta de pruebas en su contra.
Atenco,
por lo tanto, se ha vuelto en un caso paradigmático por el uso de las fuerzas
policiales y políticas del estado para impulsar proyectos de infraestructura a
través del despojo territorial, la criminalización de la protesta y de los
movimientos sociales, las violaciones a los derechos humanos y la violencia
sexual contra las mujeres. De todo esto, EPN asumió total responsabilidad
aquella mañana en la Ibero.
De los modos e identidades: jóvenes,
política y redes sociales
A la
distancia, además de las motivaciones de la indignación, también es posible ver
en las protestas del 11 de mayo del 2012 algunas de las características de lo
que posteriormente fue el #YoSoy132. En específico me concentraré en los jóvenes,
su desencanto con la clase política y el uso de las redes sociales.
De los
jóvenes y las redes. Es lugar común afirmar que los jóvenes son el presente
y serán el futuro promisorio que como México nos merecemos. Se deposita en las
generaciones venideras la responsabilidad de construir la democracia, la
justicia y la equidad que las anteriores no hemos querido o podido hacer.
También es lugar común reconocer en las juventudes un potencial rebelde, pero
que habrá de madurar y asentarse en las vías institucionales correspondientes con
el paso del tiempo. Las juventudes, con su carga de esperanza y rebeldía, son
para el estado y los poderes una amenaza que no se pueden permitir. Las
estructuras del sistema político mexicano, su dependencia a los mercados, así
como el sistema educativo y la precarización del trabajo se han encargado de
desafiliar a las juventudes de su subjetividad colectiva y política. Para el
estado y sus políticas públicas los jóvenes son una población objeto de
asistencia social y portadores de credencial de elector; para los mercados son
consumidores fieles; en lo educativo son el barro que hay que moldear; para los
ejércitos legales y paralegales son carne de cañón. Esta desafiliación, la
imposibilidad de romper las barreras institucionales para participar en lo
público enmarcan lo que algunos caracterizan como la apatía de la juventud,
quienes no encuentran en la política profesional y en los partidos políticos espacios
para ejercer su ciudadanía. Construido institucionalmente como el momento en
que los ciudadanos participen de las decisiones públicas, el proceso electoral,
monopolizado por los partidos políticos, engendraba un profundo desinterés y
apatía en la mayoría de los jóvenes.
Aquella
mañana en la Ibero, los jóvenes demostraron que esta apatía existe frente a esos
modos institucionales de hacer política, frente a la política. Los jóvenes rompieron la indiferencia y aprovecharon
un espacio para participar en lo público, en lo político e incidir, por medio de la protesta, en ese espacio
vedado, clausurado. A través de la redes -horizontalmente, sin estructura,
líderes centrales ni programa; y a través de convocatorias diversas y
descentralizadas- se organizaron para mostrarse pública y colectivamente. No
los aglutinó un partido político opositor, una ideología, tampoco un sindicato
o una organización, sino una causa común: el rechazo al candidato EPN, su
partido y lo que ambos representan. Esa mañana, cientos de jóvenes, a la vez
que recuperaron la subjetividad política que les ha sido despojada, se
visibilizaron y se encontraron como actores políticos con el potencial de
trastocar el poder. Las redes sociales no solamente sirvieron para convocarse y
encontrarse, sino que fueron una caja de resonancia inmediata y viral, que en
tiempo real, sin guion ni edición llegaron al mundo entero.
De la
irrupción. La provocación, descrita anteriormente, operada por el
PRI, generó enojo en la comunidad universitaria, especialmente entre los y las
estudiantes. La emoción se transmitió a través de las sensaciones, a través de
la piel, no por la razón y la cabeza, a la multitud presente. Quienes se
organizaron para protestar dejaron de ser una minoría y fueron,
espontáneamente, cobijados y potenciados por la multitud. Este inesperado
desbordamiento expresado en la injuria, el grito, la exaltación desmontó y
reconfiguró la relación de poder entre el candidato y los jóvenes. A su llegada a la Ibero, EPN parecía tener
toda la elección bajo control. A su salida, injuriado, los jóvenes habían
transformado esto.
Las
democracias liberales han arrebatado de su carga política a la emoción. Todo
acto político debería de ser racional, por las vías institucionales para ser
considerado como válido. Pienso, luego existo. La potencia transformadora que
se vivió esa mañana en la Ibero, devolvió a lo político su innegable carga
emotiva, eufórica. Siento, luego pienso, luego existo.
Esta
carga políticamente emotiva estuvo presente en las manifestaciones,
convocatorias y modos de organizarse del #YoSoy132, dándole su carácter alegre,
festivo, gozoso e irreverente.
131 estudiantes de la Ibero responden
La
inesperada respuesta audiovisual donde 131 estudiantes de la Ibero responden a
las descalificaciones del equipo político del candidato y la invisibilización
que los medios hicieron de la protesta esparció el entusiasmo y la indignación
a la sociedad en general.
El
video, convocado a través de las redes sociales, de conocido en conocido, sin
líderes centrales – todos los estudiantes dicen exactamente las mismas
palabras, muestran su rostro y credencial universitaria- muestra a jóvenes
comunes y corrientes, que decidieron perder el miedo –ya se habían hecho
públicas las primeras amenazas contra ellos- confrontando, al mismo tiempo, a
dos de los poderes más grandes de México: el PRI y los medios de comunicación.
El video, de tan solo 11 minutos y aparentemente insignificante, producto de la
inteligencia colectiva operada en red, demuestra una identidad política juvenil
– estudiantil, viraliza la solidaridad y posibilita una colectividad abierta a
todo aquel que se identifique como el +1, el 132.
La
protesta del 11 de mayo del 2012 en la Ibero y la diversidad de causas que
enarboló - democratización de medios contra el matrimonio de EPN con Televisa,
la justicia para la lucha campesina del Frente de Pueblos en Defensa de la
Tierra de San Salvador Atenco, la crítica a las políticas neoliberales
representadas por CSG y el rechazo a la potencial restauración del PRI –
interpela y se encuentra con los miles de ciudadanos indignados que apenas unos
días antes se habían autoconvocado en redes sociales a la Primera Marcha Anti
Peña. Pronto se sumarían masivamente los estudiantes de decenas de
universidades privadas y públicas de la Ciudad de México y del país entero y se
reunirían en la Primera Asamblea General del Movimiento #YoSoy132 en la UNAM[5]. Es en esa Primera
Asamblea que la identidad #YoSoy132 permeó en miles de estudiantes, se dotó de
una primera coordinación al movimiento y éste definió, en clara oposición al
régimen, sus objetivos: democratización de medios y anti Peña – PRI.
3.
De
#YoSoy132 a #1Dmx
Desde
su irrupción hasta el 1ero de diciembre del 2012, día en que EPN tomó posesión
como titular del poder ejecutivo de México, #YoSoy132 convocó a miles de
personas, no sólo jóvenes estudiantes, a manifestarse en las calles y las
redes; sostuvo una docena de Asambleas Generales con representantes de cientos
de asambleas locales (universitarias y populares) de México y el mundo[6]; convocó, organizó y
realizó el primer debate ciudadano entre los candidatos de los partidos
políticos a presidente de la república[7]; discutió, acordó y
publicó los seis puntos de su Plan de Lucha[8]; cientos de #YoSoy132 se
registraron como observadores durante la jornada electoral y documentaron las
irregularidades[9];
se solidarizó con Atenco, Huexca[10], los familiares de las
niñas y niños de la guardería ABC de Hermosillo[11], Sonora, el Movimiento
por la Paz con Justicia y Dignidad; difundió a través de videos y carteles
decenas de propuestas y convocatorias; publicó el #Contrainforme132, un
documento colectivo, escrito a más de 50 manos, con la visión de #YoSoy132
frente al gobierno de Felipe Calderón Hinojosa[12]; y un largo etcétera de protestas,
acciones y propuestas. El objetivo de este apartado no es detallar cada una de
las convocatorias, su alcance y resultados, sino presentar algunas ideas para
continuar el análisis y el debate.
De las
condiciones inéditas de posibilidad. El #YoSoy132 irrumpe a menos
de dos meses de la jornada electoral del 1 de julio del 2012. La cercanía de
esta fecha permitió que la indignación y las convocatorias alcanzaran a grupos
juveniles, estudiantiles y ciudadanos indignados, pero no organizados ni
movilizados, de muy diversos orígenes, organizaciones, lugares y posturas
políticas. En esta primera y apresurada etapa el incidir en las elecciones fue
un objetivo aglutinante que permitió al #YoSoy132 ir más allá de todas sus
diversidades, diferencias y contradicciones internas y enfocar sus acciones.
La
premura frente a las elecciones urgió a #YoSoy132 a organizarse inmediatamente
y construirse una estructura orgánica que le permitiera acordar y coordinar colectivamente
sus principios generales. Así, en menos de tres semanas a partir del 11 de
mayo, #YoSoy132 se reivindicó como un movimiento de base estudiantil con ocho
principios generales[13]: apartidista; pacífico;
incluyente y plural; con carácter político y social; autónomo y responsable;
con respeto a la libertad de expresión; comprometido en la construcción del
país y en la transformación de la sociedad; y opuesto a la falsa democracia. Además,
logró organizarse en asambleas locales – universitarias y populares,
metropolitanas y estatales – con autonomía y representación en la Asamblea
General Interuniversitaria (AGI). Durante junio, las AGI del #YoSoy132 contaban
con la participación de más de 130 asambleas locales de la Ciudad de México, la
mayoría de los estados de la república y de decenas de países en el mundo. La
organización por asambleas convocó no solamente a los estudiantes políticamente
activos en organizaciones estudiantiles o partidos políticos tradicionales,
sino también, y de manera mayoritaria, a jóvenes que no se sentían
identificados con los modos tradicionales de hacer política o que por primera
vez participaban en lo público. Entre los representantes de las asambleas
locales que tomaban la palabra en las AGI se podían escuchar una gran
diversidad de posiciones políticas. Estaban presentes quienes militan en las
organizaciones estudiantiles de las universidades públicas con una postura
socialista; quienes militan en partidos políticos tradicionales pero que por el
carácter apartidista del #YoSoy132 no lo hicieron explícito; quienes
principalmente desde las universidades privadas impulsaron la agenda sobre
democratización de medios y vigilancia electoral; quienes militan o acompañan
procesos anticapitalistas, muchos de los cuáles construyeron vínculos con
organizaciones populares a través de acampadas; y, una multitud de jóvenes
indignados sin ideología fija que encontraron en #YoSoy132 una oportunidad para
movilizarse y organizarse. Las diferencias entre las posturas fueron evidentes
pero prioritariamente se privilegió la unidad del movimiento.
Estas
inéditas condiciones, donde el objetivo a corto plazo era incidir en el proceso
electoral y en el resultado de las elecciones venideras, a la vez, fue un marco
que contuvo las tensiones entre las diferentes posiciones políticas dentro de
#YoSoy132, postergando el conflicto interno y el desarrollo de mayores
contradicciones.
De la
recuperación de lo político y del
proceso de aprendizaje colectivo. #YoSoy132 no solamente fue el
inédito espacio de encuentro y participación donde estudiantes de universidades
públicas y privadas confluyeron, sino también un espacio de debate, en un
lenguaje propio, entre formas distintas de entender y hacer política, una
plataforma de amplificación de la indignación. La opción por construirse como
un movimiento político apartidista, no solamente anti- PRI o anti-EPN, refleja
el hartazgo generacional frente a toda la clase política y su partidocracia,
incluidos en este rechazo los partidos políticos de izquierda.
Frente
a la política tradicional, #YoSoy132 apostó por modos horizontales, descentralizados,
incluyentes y participativos de hacer política; a la vez que rechazó la
construcción de líderes, fomentó la participación de todas y todos a través de
las redes, las calles y las asambleas; trabajó para recuperar el sentido ético de
la política, rescatarla del mercado y devolverla a la ciudadanía. #YoSoy132
recuperó el espacio público –plazas, parques, monumentos, calles y
universidades- para el ejercicio político. En las redes y en las calles, miles
de jóvenes de #YoSoy132 se encontraron y se dieron cuenta que no se conocían,
pero que tenían muchas cosas que aprender de ellos mismos.
#YoSoy132
fue una escuela de hacer política, donde se aprende al participar, del
encuentro y diálogo con los demás. La empatía despertada en un amplio sector de
la juventud, mucha sin experiencia organizativa o de movilización social,
encontró en esta primera etapa de #YoSoy132 un espacio abierto para la
participación inédita y creativa que se reflejó tanto en las asambleas como en
las calles y las redes. Un proceso en el que se aprendió que la clase política
no debería ser el interlocutor del movimiento sino que se debía privilegiar el
vínculo con la ciudadanía en general. Este vínculo se fomentó con un lenguaje
político propio que priorizó expresiones artísticas y audiovisuales por encima
del templete y el discurso político tradicional. De hecho, los discursos y
pronunciamientos de #YoSoy132 tuvieron un impacto mucho menor que sus videos y
otras expresiones estéticas y performativas, que sirvieron de contrapeso a las
continuas descalificaciones de medios de comunicación.
De las
insuficiencias (autocrítica). Muy pronto #YoSoy132 mostró
contradicciones e insuficiencias que, sobre todo, al interior de movimiento
generaron tensiones. La urgencia constante con la que #YoSoy132 debía
organizarse, discutir y plantear acciones no permitió alcanzar acuerdos de
fondo en el movimiento, dejando ambigüedades que fueron creciendo en algunos
ámbitos, por ejemplo, el apartidismo y el pacifismo. A pesar de que la
creatividad caracterizó a #YoSoy132 en las calles y en sus convocatorias, el
proceso de construcción de una estructura orgánica se hizo en los modos
tradicionales de agrupaciones estudiantiles y militantes: las asambleas. Aunque
en éstas se buscó el diálogo horizontal y la toma de decisiones por acuerdo, las
asambleas fueron un espacio de disputa del poder interno entre universidades
públicas y privadas, pero también entre las asambleas capitalinas y las del
interior de la república. La estructura orgánica de asambleas por universidad
fue relegando a cientos de jóvenes que en sus propias casas de estudio no
podían hacer valer sus opiniones frente a la de grupos militantes organizados y
con experiencia asamblearia. La diversidad acuerpada en las calles fue, poco a
poco excluida de los espacios de toma de decisiones del movimiento. La
creciente ruptura entre la irrupción inesperada que dio cabida a toda persona
que se sumara a #YoSoy132 fue cerrándose en los grupos que lograban participar
y ganar las discusiones dentro de las asambleas.
Aún y
con estas contradicciones, la estructura orgánica del #YoSoy132 refleja la
intención de construir política de otra manera: horizontal, rotativa,
descentralizada, diversa, autónoma. Cómo construir en la horizontalidad y cómo
coordinarnos entre los diversos es un reto compartido por decenas de
organizaciones y movimientos sociales en el mundo.
Las
redes sociales no solamente potenciaron el mensaje inicial del #YoSoy132 sino
que sirvieron de vehículo politizador de la sociedad. Además de ser
herramientas para ampliar discusiones, construcción colectiva de textos,
difusión creativa de mensajes políticos, etc., muchas veces las discusiones en
redes sociales fueron efímeras, fragmentadas, caóticas. Ante esto se hace
evidente el reto de fomentar la potencia politizadora de las redes sociales a
la vez que se construyen métodos colectivos que eviten la atomización de los
grupos autónomos o la dispersión en miles de mensajes cortos y superficiales.
Dado
que cada asamblea local hacía sus balances y planes de acción para ser
discutidos y coordinados en las AGI, decenas de acciones de carácter, estrategia
y alcance distintos fueron planteados. Mientras algunos impulsaban realizar
documentales otros proponían cercar Televisa o tomar las instalaciones de las
universidades o impulsar un nuevo constituyente o realizar volanteo en barrios
y comunidades o realizar pintas o bloquear vialidades y levantar las plumas de
las casetas. El reto de coordinar las propuestas y acciones era mayúsculo.
Muchas veces las acciones estuvieron desorganizadas o no conseguían el objetivo
para el que se plantearon pero hay que reconocer que la diversidad de acciones
realizadas por #YoSoy132 amplió el catálogo de lo que un movimiento social
puede hacer.
La
velocidad con la que la jornada electoral se acercaba fue un reto al que el
movimiento no logró darle la vuelta. La mayoría de las acciones y pronunciamientos
de #YoSoy132 fueron hechos en la lógica de la reacción frente a la agenda
controlada por los medios masivos de comunicación y los partidos políticos
tradicionales. Los constantes deslindes en los que miembros de #YoSoy132
hicieron de las acciones o posturas de otros miembros del mismo movimiento son
prueba de esto.
El
apartidismo de #YoSoy132 ante la premura del proceso electoral no logró
consolidarse como un discurso distinto y ajeno a las fuerzas políticas
profesionales de izquierda. Para buena parte de la sociedad este movimiento fue
una expresión juvenil de apoyo al candidato de izquierda Andrés Manuel López
Obrador (AMLO). Esta percepción fue fortalecida, después de las elecciones, por
la decisión asamblearia de que #YoSoy132 impugnaría el resultado electoral y
evitar la imposición del PRI, estrategia idéntica a la seguida por AMLO.
La
victoria del PRI generó desánimo en la sociedad en general y marcó al #YoSoy132
con la sombra de la derrota. Cada vez menos jóvenes participaron en las
acciones y convocatorias del movimiento. Las contradicciones internas se
incrementaron hasta el día de toma de posesión de EPN como presidente de la
república.
4.
México. Del #1Dmx al Ayotzinapa
El
contexto social y político en el que suceden los procesos sociales es
fundamental para tratar de entenderlos. Mirar un movimiento social solamente
enfocándonos en su propia organización, acciones y estrategias es insuficiente
si no se mira también cómo opera, cambia y reacciona su adversario, que en el
caso del #YoSoy132 es el régimen. Las condiciones sociales y políticas en las
cuales irrumpió #YoSoy132 han cambiado sustancialmente desde el 1ero. de
diciembre de 2012, #1Dmx, día en el que detrás de un cerco kilométrico, de
miles de policías y en medio de protestas, enfrentamientos y violaciones a los
derechos humanos, Enrique Peña Nieto asumió la presidencia del país. El regreso
del PRI a Los Pinos está histórica e
indeleblemente marcado por lo sucedido la noche del 26 y madrugada del 27 de
septiembre de 2014 en Iguala, Guerrero. La masacre de 6 personas, tres de ellas
normalistas, y la desaparición forzada de 43 estudiantes de la Escuela Normal
Rural Raúl Isidro Burgos de Ayotzinapa, Guerrero, por parte de la policía
municipal de los municipios de Iguala y Huitzuco, con la participación de
Policia Federal y ante la vigilancia del Ejército Mexicano, en clara
colaboración con grupos criminales ha sido la gota que ha quebrado un vaso que
ya estaba lleno. La exigencia por la presentación con vida de los 43 jóvenes,
así como la rabia e indignación por lo sucedido han desatado protestas a todo
lo largo, ancho y profundo del país y del mundo entero. Ayotzinapa no es un
caso aislado. A pesar del esfuerzo del gobierno de EPN por silenciar
mediáticamente la guerra que se libra en muy distintos frentes de nuestro país,
ahora sabemos que en lo que va de su sexenio han sido asesinadas y
desaparecidas más personas que en el mismo periodo del sexenio anterior, el de
Felipe Calderón. Además se ha hecho público el involucramiento del ejército
mexicano en violaciones graves de los derechos humanos como en el caso de
Tlatlaya, Estado de México, donde asesinaron extrajudicialmente, fusilaron, a
por lo menos 7 personas después de un enfrentamiento donde fallecieron 22
personas en total.
Antes
de que se revelara tan claramente el rostro criminal de las instituciones del
estado en su colaboración con el narco y grupos armados ilegales, la gestión de
Peña se había caracterizado por el impulso de las reformas estructurales
avaladas en el Pacto por México; el escaso crecimiento económico y la
perpetuación de la desigualdad; la extensión de la represión contra movimientos
sociales y comunitarios que se han opuesto a los planes de gobiernos estatales
y federal; el experimento social de
legalización de las fuerzas civiles de autodefensas en Michoacán; la
recentralización del poder en el gobierno federal reduciendo autonomía a los
órganos descentralizados del estado y reemplazando a dos gobernadores de los
estados donde mayores conflictos ha habido: Guerrero y Michoacán.
Hoy, a
mediados de 2016, estamos en medio de una profunda crisis política y social potenciada
por los escándalos de corrupción y conflictos de intereses en los que han estado
involucrados el ejecutivo federal y sus círculos familiar y político más
cercano. La economía no logra el crecimiento necesario para el bienestar de la
población, el peso se deprecia frente al dólar y el petróleo estuvo en su precio más bajo desde 2008. Aún 3 años
después de la aprobación de la Reforma Eduativa la resistencia del magisterio
disidente se mantiene.
Ante
este complejo escenario se han desatado diversas protestas y resistencias. Los
movimientos socioambientales, indígenas y campesinos han buscado articularse a
través de las iniciativas del Congreso Nacional Indígenas y del EZLN; el
movimiento estudiantil del Instituto Politécnico Nacional logró, a través de
manifestaciones, paro de actividades en más de 40 planteles y una mesa de
diálogo con el gobierno federal, detener reformas que disminuyen la calidad
educativa de la institución; alrededor de la masacre de Iguala y de la desaparición
forzada de los 43 estudiantes normalistas se han desatado amplias protestas a
nivel nacional y mundial que exigen la presentación con vida de los jóvenes, el
esclarecimiento de lo sucedido, justicia ante esta violencia y que han apuntado
la responsabilidad de lo sucedido en el Estado mexicano en su conjunto.
En esa
línea, preguntarnos qué ha pasado con #YoSoy132 no puede desligarse de lo que
ha sucedido en México en estos meses. Sin entrar al detalles de cada una de los
fenómenos anteriormente mencionados, me detendré en algunos que han tenido
consecuencias directas en el propio #YoSoy132.
De la simultaneidad, el avasallamiento y
la impunidad
Diversos
académicos han descrito la situación actual de México como la de un país en un
estado de guerra permanente (Zibechi, 2014) o guerra infinita (Ceceña, 2014),
es decir, en un conflicto interno prolongado que “da paso al saqueo, estimula
una variedad de negocios (armas, drogas, alimentos, trata de personas,
mercenarismo y muchos otros) y permite un control sobre las poblaciones no
legitimado porque se ejerce en condiciones de excepción” (Ceceña, 2014). La
guerra permanente busca la apropiación de los bienes comunes dejando sociedades
rotas, incapaces de resistir por periodos prolongados.
Las
características de esta dominación de
espectro completo, desarrolla Ceceña, son el avasallamiento, la
simultaneidad y la impunidad. Estos tres elementos son claramente aplicables al
México post #1Dmx. A través del avasallamiento
se busca ampliar la dominación a través del uso de fuerza desproporcionada y
arrasadora frente a todos aquellas personas o colectivos, por muy pequeños que
sean, que puedan resistir las políticas de estado y de intereses del mercado.
Desde el #1Dmx se ha vuelto normal que las policías desplieguen operativos desproporcionados,
hagan detenciones ilegales, consientan la violencia directa de algunos
manifestantes a los que nunca detienen e impulsen leyes que regulen la protesta
social para disuadir las manifestaciones políticas de diversos grupos de la
sociedad que rechazan decisiones de gobierno. En las zonas de abierta guerra
por el control de los mercados ilegales – Tamaulipas, Michoacán- y en los
territorios donde comunidades organizadas resisten – Chiapas, Guerrero, Puebla,
Morelos – se ha vuelto práctica común el ingreso del ejército, la detención de
líderes sociales y la anuencia estatal a guardias blancas, fuerzas rurales y
grupos paramilitares.
La simultaneidad, otro elemento de la
dominación de espectro completo, tiene por objetivo desgastar a la sociedad a
través de múltiples mecanismos aplicados al mismo tiempo. “Con esta idea se
aplican simultáneamente mecanismos desestabilizadores o directamente de ataque
en todos los ámbitos de la vida social. Desde casos como el mexicano en que se
aprobaron en cascada reformas antipopulares (laboral, fiscal, de control de
comunicaciones, educativa y energética) que generaron confusión y respuestas
fraccionadas y que transformaron sustancialmente y de golpe las relaciones
laborales, las pautas educativas, el patrimonio de la nación (del pueblo de
México), los niveles salariales y de imposición, la vigilancia o intromisión en
la vida privada y los márgenes de maniobra de la sociedad. ” (Ceceña, 2014)
La
imperante impunidad en México
invalida los referentes de justicia a través de la ostentación de
comportamientos ilegales, hasta que ya no es posible distinguir entre el estado
de derecho y el crimen, generando –objetiva y subjetivamente- un estado de
indefensión de la sociedad frente al triunvirato del estado, narco y empresas
trasnacionales. A través de esta guerra de espectro completo el capital ocupa
territorios en la lógica de la acumulación
por desposesión.
#YoSoy132,
como el resto de los movimientos sociales, ha sido trastocado por esta lógica
de dominación de espectro completo. El propio #1Dmx, la criminalización de la
protesta, el desgaste y desarticulación son algunas de las consecuencias que se
reflejan #YoSoy132 pero que llegaron a su límite después de lo sucedido en
Ayotzinapa.
Del #1Dmx a las leyes de control del
espacio público y la protesta social
Ante
un despliegue policial sin precedentes en la historia reciente de la Ciudad de
México, detrás de un cerco de vallas metálicas, en medio de protestas, enfrentamientos y detenciones arbitrarias,
EPN tomó posesión de la presidencia de México el 1ero. de diciembre de 2012. Desde
la primera hora, inconformes con la imposición
de EPN, un grupo de manifestantes que reivindicaba la legitimidad de la
acción directa y la violencia revolucionaria se enfrentó a la policía en el
cerco que protegía el recinto legislativo de San Lázaro. Durante horas,
pedradas, bombas molotov, petardos y hasta un camión de basura utilizado como
ariete fueron lanzados por el grupo contra el cerco; balas de goma, latas de
gas lacrimógeno y gas pimienta fueron disparadas por la policía hiriendo a
varios manifestantes. En los enfrentamientos participaron miembros de muy
diversas organizaciones políticas y sociales, incluido un pequeño contingente
de #YoSoy132. El contingente mayor de #YoSoy132 se manifestó, también, en San
Lázaro pero de manera pacífica. El despliegue policial constantemente realizó
provocaciones para que este contingente quedara en medio del enfrentamiento. El
saldo del enfrentamiento fueron decenas de heridos entre los manifestantes, dos
de gravedad, uno que perdería un ojo por disparo de bala de goma y otro,
Francisco Kuykendall, herido de muerte por el estallido de una lata de gas
lacrimógeno en su cabeza. A pesar de la duración del enfrentamiento, ningún
miembro del grupo de acción directa fue detenido en los alrededores de San
Lázaro.
Las
manifestaciones siguieron por el Centro Histórico de la Ciudad de México, donde
nuevamente hubo enfrentamientos entre el grupo y policías, quienes, en un
primer momento, consintieron que algunos manifestantes rompieran los vidrios de
diversos negocios y destruyeran mobiliario urbano. Después de estos enfrentamientos,
la policía recibió la orden de detener a “todos los jovencitos con mochila en
la espalda”. A partir de ese momento, casi un centenar de personas – algunos
manifestantes pacíficos, pero también personas que pasaban por el lugar-fueron
detenidas arbitrariamente. Videos que la propia ciudadanía grabó y difundió en
redes sociales y medios de comunicación evidenciaron el accionar violatorio de
derechos humanos de la policía. La mayoría de los detenidos fueron liberados al
día siguiente, pero 14 permanecieron presos sin pruebas casi un mes hasta que,
producto de la presión social, fueron liberados.
Si
#YoSoy132 había recuperado la dimensión emotiva en el accionar político, el
#1Dmx y las acciones policiales en las marchas subsecuentes han operado como
inhibidores de la protesta social. Frente a la alegría y la indignación
expresada en las marchas, el estado ha optado por sembrar el miedo y el
desánimo, por criminalizar la protesta obligando a los movimientos a
concentrarse en la liberación de los detenidos en las manifestaciones. La
violencia provocada o consentida por el estado ha funcionado como estrategia
para desarticular las redes ciudadanas, extendiendo la lógica de control a todo
espacio público. Si en las semanas posteriores a su irrupción los medios de
comunicación no pudieron borrar de sus páginas y noticieros las propuestas
creativas de #YoSoy132, el #1Dmx fue el pretexto perfecto para transmitir y
reiterar que la violencia y destrozos como si hubieran sido sido producto del
propio #YoSoy132.
En la
Ciudad de México, además del incremento de la presencia policial, a partir del
#1Dmx se ha impulsado la clausura de los espacios públicos como política de
gobierno al mantener, por ejemplo, literalmente cercado el Zócalo capitalino
para las expresiones políticas de la sociedad. Los despliegues policiales ante
cualquier manifestación social han incrementado exponencialmente. Al paso de
los meses, el enemigo público número 1 de la Ciudad de México ha dejado de ser
el #YoSoy132, para ser sustituido por grupos de jóvenes, algunos anarquistas,
pero también de otras filiaciones políticas que al manifestarse han legitimado
el ejercer acciones directas y violencia contra policías, negocios y hasta
reporteros. Ellos se han vuelto el enemigo interno, junto con el magisterio
disidente organizado contra la Reforma Educativa, que el estado necesita para
legitimar su violencia.
La
disuasión, generación de desconfianza y miedo característicos de la estrategia
de avasallamiento ha sido operada desde el estado y sus instituciones de
control y seguridad. En este sentido,
presenciamos el proceso de legalización del asedio a la protesta social y el
control del espacio público a través de propuestas de ley que actualmente o se
discuten o ya han sido aprobadas en los congresos estatales.
De la incapacidad de respuesta
La
lógica del miedo paraliza, desarticula, genera desconfianzas y rompe el tejido
social. Después del #1Dmx, #YoSoy132 quedó muy disminuido, mediáticamente
criminalizado y sin poder resolver sus contradicciones internas. El postergado
debate de fondo entre el pacifismo y el ejercicio de la autodefensa o violencia
legítima rompió la unidad lograda durante el periodo previo. El desánimo, la
sensación de derrota y los golpes (reales y simbólicos) permearon, en el
sentido contrario a la emoción gozosa de la irrupción, a las multitudes que
dejaron de sentirse convocados por #YoSoy132 y se desmovilizaron.
Hasta
antes de Ayotzinapa, la estrategia de avasallamiento había funcionado para el
estado y los poderes fácticos. El balance que desde el poder se hacía es que
podían realizar cualquier cosa sin respuesta ciudadana real que pudiera
resistir las reformas estructurales propuestas para profundizar el modelo
neoliberal en México. Simultáneamente, bajo el paraguas del Pacto por México,
la clase política prescindió del Congreso y del debate abierto a la ciudadanía
para impulsar y aprobar las reformas laboral, fiscal, educativa, de
telecomunicaciones, de control de multitudes, del código penal federal y
energética. A pesar de que diversas organizaciones políticas y sociales, incluidas algunas iniciativas
impulsadas por pequeños grupos de jóvenes que participaron en #YoSoy132
trataron de oponerse generando y difundiendo información crítica a las
reformas, convocando a campañas virtuales y buscando articular amplias
movilizaciones, no se logró detener o
contrarrestar ninguna.
5.
Del #YoSoy132 a cuatro años.
Después de dos años, ¿qué logró
#YoSoy132? Considerando la profundización de la crisis que vivimos, la
restauración totalitaria del PRI, la aprobación de las reformas estructurales y
el recrudecimiento de la guerra, poco. Si se considera el reflujo que en 2012
existía de movilización social, el contexto de avasallamiento y que eligió como
adversario al propio régimen, mucho.
A la distancia se puede afirmar que
el diagnóstico y la crítica hechos por el #YoSoy132 durante el 2012 en relación
con el impacto social que tendría la restauración del PRI y la necesaria
democratización de los medios de comunicación fue y sigue siendo acertada.
Muchos críticos del movimiento soslayaron los análisis hechos por el #YoSoy132
porque provenían de jóvenes que no habían nacido o eran muy jóvenes para
recordar al PRI en el gobierno. Insistían en que México ya era distinto y que
había contrapesos institucionales y ciudadanos suficientes para contener los
designios del ejecutivo federal. El tiempo ha dado la razón al movimiento. Los
contrapesos institucionales renunciaron a serlo al acordar apoyar las
iniciativas del Pacto por México, pacto que dejó en las cúpulas partidistas y
no en el debate legislativo las reformas estructurales. Además hemos observado
cómo se ha soslayado la demanda ciudadana por acabar con la corrupción
institucionalizada y el pacto de impunidad absoluta que fundamenta el actuar de
la clase política. Organismos como la Comisión Nacional de Derechos Humanos, el
Instituto Nacional Electoral y el Instituto Federal de Acceso a la Información
y Protección de Datos han sido, todos, debilitados.
La crítica a toda la clase política,
incluido López Obrador, y a los partidos políticos cualesquiera que sean sus
colores, fue otro acierto del #YoSoy132. La partidocracia, en este sexenio,
sigue tomando decisiones desde las cúpulas, a espaldas de la ciudadanía. El
caso de Ayotzinapa confirma lo que ya sabíamos. La clase política colabora con
los poderes fácticos ilegales y criminales para beneficio propio. Buena parte
de la ciudadanía indignada que ha simpatizado con el #YoSoy132 está harta de
los partidos y en la nada sencilla búsqueda de otros horizontes políticos y
sociales.
Después de la jornada y resultados
electorales del 2012, el horizonte de lucha del #YoSoy132, recordando que su
antagonismo es contra el régimen, se vuelve demasiado complejo para poder
articular acuerdos y acciones que realmente lo pusieran en conflicto. Sin un
horizonte claro la dispersión característica de las asambleas y discusiones del
#YoSoy132 se fue reflejando en sus acciones y convocatorias. Poco a poco las
asambleas se fueron diluyendo dejando un vacío que diversos grupos de afinidad
y trabajo trataron de llenar. Aunque sin la convocatoria del movimiento en su
momento de irrupción, cientos de jóvenes han seguido coordinándose, analizando
y participando de lo político. Tan solo entre 2013 y 2016 jóvenes que formaron
parte de #YoSoy132 participaron, de manera enunciativa y claramente no
exhaustiva, en: la lucha por la liberación del profesor Alberto Patishtan; la
construcción medios alternativos de comunicación (Más de 131, Revista Hashtag,
etc.); la propuesta de leyes de telecomunicaciones que fomentaran la
democratización de los medios; en la protesta contra la reforma energética; en
las movilizaciones por la liberación de los presos políticos; en las
movilizaciones contra el alza del metro en la Ciudad de México; en la exigencia
por un internet libre; en la defensa y promoción de los derechos humanos en muy
diversas organizaciones civiles; en la discusión teórica sobre el propio
movimiento y el contexto del país; en la difusión en redes de decenas de
resistencias socioambientales en el país; en las protestas por la desaparición
de los 43 jóvenes normalistas de la Escuela Normal Rural de Ayotzinapa; en la
denuncia de las violencias machistas y el acoso contra las mujeres. En fin, el
aprendizaje colectivo de decenas de jóvenes que participaron en el #YoSoy132
sigue reflejándose cotidianamente en la agenda pública.
6.
Bibliografía
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2014 del Sitio web de La Jornada: http://www.jornada.unam.mx/2014/04/18/opinion/036a1pol
[1] El presente texto pretende aportar a la
discusión sobre #YoSoy132 desde quienes participamos en el movimiento. No es un
análisis académico o periodístico. Es, simplemente, el modo en que me explico
algunas de las características de #YoSoy132, de mi participación en él y cómo
lo vivo a cuatro años de distancia.
[2] Para Noam Chomsky, la democracia
capitalista realmente existente es “un tipo de capitalismo de estado, con un
componente estatal muy poderoso dentro de la economía, pero con dependencia en
las fuerzas del mercado. Las fuerzas del mercado son moldeadas y distorsionadas
de acuerdo a los intereses de los poderosos – por un el poder del estado
fuertemente controlado por poderes privados- (Sethness, 2014).
[3] Según el informe Gobernar para las élites. Secuestro democrático y desigualdad económica
publicado por Oxfam en enero de 2014, casi la mitad de la riqueza mundial está
concentrada en el 1% de la población. Además, las 85 personas más ricas del
mundo posee el equivalente a la riqueza del 50% de la población más pobre del
mundo (Oxfam, 2014).
[4] En
octubre del 2006, la Comisión Nacional de los Derechos Humanos emitió la
recomendación 38/2006, dirigida principalmente a EPN,, donde claramente se
establece la violación a diez derechos humanos: 1) detención arbitraria; 2)
trato cruel, inhumano o degradante y lesiones; 3) allanamiento de morada; 4)
retención ilegal; 5) incomunicación; 6) tortura; 7) abuso sexual y violación;
8) derecho a la vida; 9) derechos de los menores; y 10) derechos a la legalidad
y seguridad jurídica.
[5] Memoria de la Primera Asamblea General
del Movimiento #YoSoy132 en la UNAM: https://www.youtube.com/watch?v=E9dkSK1pgzA
[8] A saber: democratización y
transformación de los medios de comunicación; cambio del modelo educativo,
científico y tecnológico; cambio en el modelo neoliberal; cambio en el modelo
de seguridad nacional y justicia; transformación política y vinculación con los
movimientos sociales; pleno cumplimiento del derecho a la salud.
[9] Informe General de Irregularidades y
Delitos Electorales del Movimiento #YoSoy132, agosto 2012: http://www.yosoy132media.org/wp-content/uploads/2012/08/INFORME-GLOBAL-VC.pdf
[10] Comunicado de Huexca al movimiento
#YoSoy132 y a la sociedad en general: https://www.youtube.com/watch?v=PpI5jBkQGBA
[11] Marcha en Solidaridad con las familias
de la Guardería ABC: https://www.youtube.com/watch?v=sofkEmhd8J0
[12] El #Contrainforme132 puede ser
consultado en: http://www.yosoy132media.org/wp-content/uploads/2012/09/Contrainforme132-102.pdf