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Llamamos a todos y a todas no a soñar, sino a algo más simple y definitivo, los llamamos a despertar. - Sup Marcos (1/enero/1999)

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“Porque en el fondo, uno ama al mundo a partir de la certeza que este mundo, triste mundo convertido en campo de concentración, contiene otro mundo posible. O sea, que el horror está embarazado de maravilla.” -Eduardo Galeano

viernes, 11 de mayo de 2018

#YoSoy132, balance a la distancia.


#YoSoy132, balance a la distancia.
Por Pablo Reyna Esteves (twt: @preynae)[1]
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0.    Algunas notas sueltas a modo de introducción.
Ya han pasado cuatro años desde aquel 11 de mayo del 2012, cuando en la Universidad Iberoamericana (Ibero) se llenó el vaso de una indignación contenida en un proceso electoral institucionalmente aburrido y predecible. La participación del entonces candidato del Partido Revolucionario Institucional (PRI) a la presidencia de México, Enrique Peña Nieto (EPN) en la Ibero estuvo marcada por diversas protestas estudiantiles. El control de daños que los políticos profesionales del PRI y sus afines realizaron en los medios de comunicación fue la gota que derramó el vaso. La valiente e inesperada respuesta audiovisual de, por lo menos, 131 estudiantes de la Ibero esparció la indignación y a una velocidad sorprendente despertó empatías, voluntades y fuerza en jóvenes de universidades públicas y privadas, primero, en la Ciudad de México y, posteriormente, en todo lo largo y ancho de México y decenas de ciudades del mundo entero. Decenas de miles de jóvenes viralizaron la emoción y la solidaridad y, como si se estuvieran esperando a sí mismos desde hace mucho tiempo, se encontraron en las calles. #YoSoy132 se volvió la celebración de ese encuentro y, no sólo trajeron aire fresco a la contienda electoral, sino que, en más de un sentido, mostraron el potencial de ese sujeto político frecuentemente invisibilizado: los jóvenes; y de sus nuevas herramientas: las redes sociales. En cuestión de días, #YoSoy132 trastabilló a los gigantes invencibles: los poderes mediático y político profesional. Aún y cuando el PRI recuperó el poder presidencial vale la pena hacer un balance crítico del #YoSoy132.
Miles de páginas se han dedicado a entender el #YoSoy132. Muchas, desde la intelectualidad de izquierda, se han descargado en alabanzas. Otras tantas han hecho la crónica de su agonía, funeral y hasta han escrito su epitafio.  Decenas de veces he escuchado la pregunta sobre qué ha pasado y cuáles fueron los logros del #YoSoy132. Imposible responder sin preguntarnos también qué ha pasado con México en los meses recientes. Un México que ha cambiado mucho desde el día en que EPN recibió la banda presidencial en el recinto legislativo de San Lázaro entre protestas, policías y violaciones a los derechos humanos. El #1Dmx marcó el inicio de un sexenio que ha profundizado tanto el modelo neoliberal a través de reformas estructurales como el despojo institucionalizado de los derechos de los ciudadanos, en medio de una guerra que ha desatado la mayor crisis en años: la masacre de Iguala y la desaparición forzada de 43 jóvenes estudiantes de la Escuela Normal Rural de Ayotzinapa en Guerrero.
 Sirva este texto para explorar algunas ideas sobre la emergencia, movimiento y actualidad del #YoSoy132 en el contexto político, económico y social de este país al que aún llamamos México.
1.    Contexto. México 2012 y el entorno global.
Crisis  y Guerra. Vivimos en un permanente estado de crisis global, civilizatoria.
La historia no llega a su fin por decreto. El modelo de democracia capitalista realmente existente (DCRE)[2], su pulsión por la especulación financiera y la guerra, ha profundizado la concentración de poder y riqueza en un puñado de personas y empresas, incrementado las desigualdades sociales y acelerado el deterioro ambiental a niveles sin precedentes[3]. A partir de septiembre de 2001, los estados con democracias liberales, México incluido,  han asumido las nociones de control y seguridad, así como la administración de la guerra y del terror, como los fundamentos para gobernar a través de estados de excepción permanentes y no declarados, donde los derechos son, de facto, cancelados (Agamben, 2013). Los estados han renunciado a su compromiso de garantizar el bienestar de sus ciudadanos y han optado por la privatización de todos los servicios públicos, desde la educación y la salud hasta la producción de alimentos.  Así, mientras los estados prácticamente desaparecieron su política social, han fortalecido su brazo punitivo de seguridad y control. La guerra contra el terror -iniciada en 2001-, así como la crisis financiera del 2008 y las alteraciones climáticas antropogénicas, son síntomas de la crisis sistémica del orden mundial actual. Frente a estas crisis, diversos movimientos sociales y alternativos han hecho frente a la complejidad de formas de violencia, precarización objetiva y subjetiva, desigualdades y exclusión. Para muestra, basta recordar el levantamiento zapatista de 1994, las protestas contra la globalización de 1999, el rechazo a la guerra contra el terror de 2001. Más recientemente, desde el 2011 y hasta la fecha, la ola de indignación se ha extendido desde la primavera árabe, las protestas en Grecia, España, Portugal, Chile, Colombia y Brasil hasta el propio centro financiero del mundo: Wall Street, desde donde se rechaza la sociedad existente y se anhela una sociedad otra.
La acumulación de crisis descrita anteriormente se expresa claramente en México.
México, aún y cuando la Constitución dice lo que dice, con todo y las elecciones, las instituciones, los tres poderes, la transición y los partidos políticos, no es una democracia. El estado mexicano, ineficiente y corrupto, claudicó a sus funciones fundamentales de resguardar la seguridad y la justicia, para aceptar las condiciones impuestas por  los grandes capitales – legales e ilegales- y a los poderes fácticos, principalmente los mediáticos y financieros. Un país sumido en formas inéditas de totalitarismo, con las instituciones históricas de su democracia liberal desmoronándose (Sicilia, 2014). México es este despotismo democrático al que Gustavo Esteva ha descrito como ese lodo en el que no es posible distinguir entre el mundo del crimen y el mundo de las instituciones (Esteva, 2013).
Un México sumido en la guerra, públicamente iniciada en 2007, por el control de los territorios, el trasiego y el mercado de las drogas. Una guerra que a mediados de 2016 ya ha cobrado unos 151,000 asesinados y 26,000 desaparecidos a lo largo, ancho y profundo del país. Una guerra caracterizada por una violencia tan extrema que arrebata todo lo que nos hace humanos. Una guerra que revela la colusión entre delincuencia, mercados y gobiernos. Una guerra en la que México se hace sinónimo del lugar de los feminicidios, los periodistas asesinados, los migrantes masacrados, las desapariciones y los juvenicidios.
Un México que, en los últimos 30 años, ha producido un puñado de los hombres más ricos del mundo, mientras ha empobrecido a más de la mitad de sus habitantes y ha expulsado, más allá del Río Bravo, a la quinta parte de su población. Un México sin crecimiento económico, sin movilidad social.  Un México donde las palabras desarrollo y modernidad van de la mano de despojos territoriales y de la negación de los derechos de los pueblos indígenas.
Aún y cuando sobran motivos para organizarse contra las políticas económicas y sociales, la corrupción, la impunidad y la violencia desatada en la guerra por el control de los territorios y mercados de la droga, los movimientos sociales experimentaban un largo reflujo dejando un vacío de alternativas de izquierda. El movimiento estudiantil no conseguía organizarse después de las heridas internas dejadas por la prolongada defensa del derecho a la educación en la Huelga de la UNAM de 1999; la movilización popular encabezada por Andrés Manuel López Obrador en 2006 abandonó la protesta para construir su propia estructura electoral; las resistencias autonómicas y anticapitalistas convocadas alrededor del EZLN no lograron articularse ampliamente en la Otra Campaña del 2006 al 2008; las luchas socioambientales, campesinas e indígenas mantuvieron frentes de resistencia fuertes localmente; y aunque a través del Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad (MPJD) se logró visibilizar a las víctimas de la guerra en México, así como hacer una crítica certera al sistema económico y político que se beneficia de ésta, no fue suficiente para detener esta guerra. En resumen, durante el contexto electoral del 2012, no se vislumbraba ningún movimiento capaz de convocar masivamente a la oposición en México.
2.    Del 11 de mayo de 2012 al #YoSoy132
En este contexto, el proceso electoral del 2012 iba de acuerdo al guion. Los políticos profesionales agrupados en sus partidos políticos dominaron el escenario teatral del relevo presidencial. El poder mediático se encargaba de contarnos el soporífero cuento de un resultado electoral predecible: la crónica ya anunciada de la restauración del PRI en Los Pinos. Con los accesos al teatro de la política partidista bloqueados, la ciudadanía –los jóvenes y no tan jóvenes- presenciábamos la predecible, aburrida y ajena obra montada sobre las ruinas de México. Hasta que el 11 de mayo de 2012, en la Universidad Iberoamericana, el escenario se derrumbó. El maquillaje se resquebrajó. La historia recibió una bocanada de aire fresco.
Lo sucedido aquella mañana es de todos conocido. Y aunque casi todo se ha dicho y escrito al respecto, quiero detenerme en algunas ideas. En las protestas por la visita de EPN a la Ibero, a la vez que se vislumbraban algunas de las características, motivaciones, modos e identidades de lo que posteriormente sería el #YoSoy132, también se diagnosticó, intuitivamente, lo que significaría la restauración del PRI.
De las motivaciones: el PRI, Atenco, CSG y los medios de comunicación.
De manera esquemática, la diversidad de protestas que confluyeron esa mañana en la explanada del auditorio José Sánchez Villaseñor de la Universidad Iberoamericana giraron en torno del rechazo al PRI, a la vinculación de Carlos Salinas de Gortari (CSG) con  EPN, el matrimonio de los medios de comunicación hegemónicos con el candidato y la responsabilidad de éste en la represión y criminalización del movimiento social de Atenco.
Del rechazo al PRI. Durante los 70 años ininterrumpidos en que el PRI conservó y ejerció el poder presidencial se caracterizó por ser un partido de estado con capacidad de operar un engranaje corporativo disciplinado al mando único del presidente en turno. En la Ibero, simpatizantes del PRI, disciplinadamente, buscaron evitar cualquier tipo de protesta: ocuparon los mejores lugares dentro del auditorio, portaron idénticas pancartas de apoyo al candidato, quitaron las cartulinas de rechazo, que tratando de evitar el registro gráfico de las manifestaciones se colocaban entre los fotógrafos y los grupos de estudiantes que protestaban. El equipo de seguridad del candidato se dedicó a fotografiar los rostros de quienes protestábamos.
Cuando EPN abandonó la Ibero, las declaraciones del presidente del PRI y otros miembros del partido y de la campaña del candidato revelaron, de nuevo, su naturaleza autoritaria y paternalista. El control de daños se centró en descalificar, invisibilizar, amenazar y aleccionar a los jóvenes que protestaron.
Es decir, el nuevo viejo PRI operó de acuerdo a sus usos y costumbres en la Ibero.
De la relación CSG – EPN. Decenas de estudiantes de la Ibero recibieron a EPN con máscaras de papel con la silueta del rostro del político más obscuro de la historia reciente de México: CSG. Los mensajes fueron claros. Para los jóvenes de la Ibero, EPN representa la continuidad del proyecto neoliberal y globalizador que CSG impulsó mientras fue presidente de México. El empeño de CSG en reformar la economía nacional, privatizar las empresas paraestatales y abrir las puertas del capital extranjero a través del TLCAN han llevado a la concentración del poder político, mediático y económico en el puñado de las personas más ricas que México aporta al mundo, mientras que, a su costa, se ha empobrecido a un alto porcentaje de los mexicanos. Además, la imagen de CSG está ligada a la corrupción y a las decisiones cupulares tomadas sin debate público.
Del matrimonio de EPN con los medios de comunicación. La percepción generalizada entre el electorado era que el teatro de la campaña electoral del 2012 fue construido y preparado por el duopolio televisivo que controla lo que se dice y lo que se calla en México. La imagen y la campaña que encumbraron a EPN como el personaje político idóneo para la presidencia de la república se construyeron desde las televisoras. Esa percepción era la compartida por quienes protestamos esa mañana.
Pero fueron los propios medios, en sus noticieros matutinos y en las ocho columnas de su red de periódicos, quienes se encargaron de confirmar – al no mostrar imágenes de las protestas universitarias y  afirmar que lo sucedido fue un intento de boicot - como real lo que era una percepción.
A la vieja usanza, los medios al alinearse con el candidato desataron lo que posteriormente sería una de las demandas principales de #YoSoy132: la democratización de los medios.
De la responsabilidad de EPN en la represión y criminalización del movimiento social de Atenco. Apenas una semana antes se había conmemorado el sexto aniversario de la represión política sufrida por el movimiento social de Atenco. La relación de EPN con ésta es innegable.
Años antes, en 2001, el Frente de Pueblos en Defensa de la Tierra (FPDT) de San Salvador Atenco había logrado revertir la expropiación e  impedir la construcción en sus tierras –que serían expropiadas al precio de $7 el metro cuadrado, menos que lo que cuesta un pedazo de jerga- de un nuevo aeropuerto para la Ciudad de México. El 3 de mayo del 2006, el FPDT se movilizó en solidaridad con comerciantes de flores de la ciudad vecina de Texcoco. Los cuerpos policiacos desalojaron a los comerciantes y al propio FPDT, deteniendo a varios de sus líderes. El FPDT se movilizó demandando la liberación de los presos y bloqueó la carretera que conecta Texcoco con la Ciudad de México. En un operativo con más de 2,500 policías estatales y federales desalojaron el bloqueo y durante la madrugada del 4 de mayo ocuparon Atenco. Durante el operativo fueron asesinados por fuerzas policiales dos jóvenes – uno por disparo de arma de fuego y otro lesionado en la cabeza por un proyectil de gas lacrimógeno-, 207 personas detenidas; así como 26 mujeres sufrieron abusos sexuales (CNDH, 2006)[4]. Los líderes del FPDT fueron sentenciados a más de 60 años de prisión, aunque cuatro años después recuperaron su libertad por falta de pruebas en su contra.
Atenco, por lo tanto, se ha vuelto en un caso paradigmático por el uso de las fuerzas policiales y políticas del estado para impulsar proyectos de infraestructura a través del despojo territorial, la criminalización de la protesta y de los movimientos sociales, las violaciones a los derechos humanos y la violencia sexual contra las mujeres. De todo esto, EPN asumió total responsabilidad aquella mañana en la Ibero.
De los modos e identidades: jóvenes, política y redes sociales
A la distancia, además de las motivaciones de la indignación, también es posible ver en las protestas del 11 de mayo del 2012 algunas de las características de lo que posteriormente fue el #YoSoy132. En específico me concentraré en los jóvenes, su desencanto con la clase política y el uso de las redes sociales.
De los jóvenes y las redes. Es lugar común afirmar que los jóvenes son el presente y serán el futuro promisorio que como México nos merecemos. Se deposita en las generaciones venideras la responsabilidad de construir la democracia, la justicia y la equidad que las anteriores no hemos querido o podido hacer. También es lugar común reconocer en las juventudes un potencial rebelde, pero que habrá de madurar y asentarse en las vías institucionales correspondientes con el paso del tiempo. Las juventudes, con su carga de esperanza y rebeldía, son para el estado y los poderes una amenaza que no se pueden permitir. Las estructuras del sistema político mexicano, su dependencia a los mercados, así como el sistema educativo y la precarización del trabajo se han encargado de desafiliar a las juventudes de su subjetividad colectiva y política. Para el estado y sus políticas públicas los jóvenes son una población objeto de asistencia social y portadores de credencial de elector; para los mercados son consumidores fieles; en lo educativo son el barro que hay que moldear; para los ejércitos legales y paralegales son carne de cañón. Esta desafiliación, la imposibilidad de romper las barreras institucionales para participar en lo público enmarcan lo que algunos caracterizan como la apatía de la juventud, quienes no encuentran en la política profesional y en los partidos políticos espacios para ejercer su ciudadanía. Construido institucionalmente como el momento en que los ciudadanos participen de las decisiones públicas, el proceso electoral, monopolizado por los partidos políticos, engendraba un profundo desinterés y apatía en la mayoría de los jóvenes.
Aquella mañana en la Ibero, los jóvenes demostraron que esta apatía existe frente a esos modos institucionales de hacer política, frente a la política. Los jóvenes rompieron la indiferencia y aprovecharon un espacio para participar en lo público, en lo político e incidir, por medio de la protesta, en ese espacio vedado, clausurado. A través de la redes -horizontalmente, sin estructura, líderes centrales ni programa; y a través de convocatorias diversas y descentralizadas- se organizaron para mostrarse pública y colectivamente. No los aglutinó un partido político opositor, una ideología, tampoco un sindicato o una organización, sino una causa común: el rechazo al candidato EPN, su partido y lo que ambos representan. Esa mañana, cientos de jóvenes, a la vez que recuperaron la subjetividad política que les ha sido despojada, se visibilizaron y se encontraron como actores políticos con el potencial de trastocar el poder. Las redes sociales no solamente sirvieron para convocarse y encontrarse, sino que fueron una caja de resonancia inmediata y viral, que en tiempo real, sin guion ni edición llegaron al mundo entero.
De la irrupción. La provocación, descrita anteriormente, operada por el PRI, generó enojo en la comunidad universitaria, especialmente entre los y las estudiantes. La emoción se transmitió a través de las sensaciones, a través de la piel, no por la razón y la cabeza, a la multitud presente. Quienes se organizaron para protestar dejaron de ser una minoría y fueron, espontáneamente, cobijados y potenciados por la multitud. Este inesperado desbordamiento expresado en la injuria, el grito, la exaltación desmontó y reconfiguró la relación de poder entre el candidato y los jóvenes.  A su llegada a la Ibero, EPN parecía tener toda la elección bajo control. A su salida, injuriado, los jóvenes habían transformado esto.
Las democracias liberales han arrebatado de su carga política a la emoción. Todo acto político debería de ser racional, por las vías institucionales para ser considerado como válido. Pienso, luego existo. La potencia transformadora que se vivió esa mañana en la Ibero, devolvió a lo político su innegable carga emotiva, eufórica. Siento, luego pienso, luego existo.
Esta carga políticamente emotiva estuvo presente en las manifestaciones, convocatorias y modos de organizarse del #YoSoy132, dándole su carácter alegre, festivo, gozoso e irreverente.
131 estudiantes de la Ibero responden
La inesperada respuesta audiovisual donde 131 estudiantes de la Ibero responden a las descalificaciones del equipo político del candidato y la invisibilización que los medios hicieron de la protesta esparció el entusiasmo y la indignación a la sociedad en general.
El video, convocado a través de las redes sociales, de conocido en conocido, sin líderes centrales – todos los estudiantes dicen exactamente las mismas palabras, muestran su rostro y credencial universitaria- muestra a jóvenes comunes y corrientes, que decidieron perder el miedo –ya se habían hecho públicas las primeras amenazas contra ellos- confrontando, al mismo tiempo, a dos de los poderes más grandes de México: el PRI y los medios de comunicación. El video, de tan solo 11 minutos y aparentemente insignificante, producto de la inteligencia colectiva operada en red, demuestra una identidad política juvenil – estudiantil, viraliza la solidaridad y posibilita una colectividad abierta a todo aquel que se identifique como el +1, el 132.
La protesta del 11 de mayo del 2012 en la Ibero y la diversidad de causas que enarboló - democratización de medios contra el matrimonio de EPN con Televisa, la justicia para la lucha campesina del Frente de Pueblos en Defensa de la Tierra de San Salvador Atenco, la crítica a las políticas neoliberales representadas por CSG y el rechazo a la potencial restauración del PRI – interpela y se encuentra con los miles de ciudadanos indignados que apenas unos días antes se habían autoconvocado en redes sociales a la Primera Marcha Anti Peña. Pronto se sumarían masivamente los estudiantes de decenas de universidades privadas y públicas de la Ciudad de México y del país entero y se reunirían en la Primera Asamblea General del Movimiento #YoSoy132 en la UNAM[5]. Es en esa Primera Asamblea que la identidad #YoSoy132 permeó en miles de estudiantes, se dotó de una primera coordinación al movimiento y éste definió, en clara oposición al régimen, sus objetivos: democratización de medios y anti Peña – PRI.
3.    De #YoSoy132 a #1Dmx
Desde su irrupción hasta el 1ero de diciembre del 2012, día en que EPN tomó posesión como titular del poder ejecutivo de México, #YoSoy132 convocó a miles de personas, no sólo jóvenes estudiantes, a manifestarse en las calles y las redes; sostuvo una docena de Asambleas Generales con representantes de cientos de asambleas locales (universitarias y populares) de México y el mundo[6]; convocó, organizó y realizó el primer debate ciudadano entre los candidatos de los partidos políticos a presidente de la república[7]; discutió, acordó y publicó los seis puntos de su Plan de Lucha[8]; cientos de #YoSoy132 se registraron como observadores durante la jornada electoral y documentaron las irregularidades[9]; se solidarizó con Atenco, Huexca[10], los familiares de las niñas y niños de la guardería ABC de Hermosillo[11], Sonora, el Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad; difundió a través de videos y carteles decenas de propuestas y convocatorias; publicó el #Contrainforme132, un documento colectivo, escrito a más de 50 manos, con la visión de #YoSoy132 frente al gobierno de Felipe Calderón Hinojosa[12]; y un largo etcétera de protestas, acciones y propuestas. El objetivo de este apartado no es detallar cada una de las convocatorias, su alcance y resultados, sino presentar algunas ideas para continuar el análisis y el debate.
De las condiciones inéditas de posibilidad. El #YoSoy132 irrumpe a menos de dos meses de la jornada electoral del 1 de julio del 2012. La cercanía de esta fecha permitió que la indignación y las convocatorias alcanzaran a grupos juveniles, estudiantiles y ciudadanos indignados, pero no organizados ni movilizados, de muy diversos orígenes, organizaciones, lugares y posturas políticas. En esta primera y apresurada etapa el incidir en las elecciones fue un objetivo aglutinante que permitió al #YoSoy132 ir más allá de todas sus diversidades, diferencias y contradicciones internas y enfocar sus acciones.
La premura frente a las elecciones urgió a #YoSoy132 a organizarse inmediatamente y construirse una estructura orgánica que le permitiera acordar y coordinar colectivamente sus principios generales. Así, en menos de tres semanas a partir del 11 de mayo, #YoSoy132 se reivindicó como un movimiento de base estudiantil con ocho principios generales[13]: apartidista; pacífico; incluyente y plural; con carácter político y social; autónomo y responsable; con respeto a la libertad de expresión; comprometido en la construcción del país y en la transformación de la sociedad; y opuesto a la falsa democracia. Además, logró organizarse en asambleas locales – universitarias y populares, metropolitanas y estatales – con autonomía y representación en la Asamblea General Interuniversitaria (AGI). Durante junio, las AGI del #YoSoy132 contaban con la participación de más de 130 asambleas locales de la Ciudad de México, la mayoría de los estados de la república y de decenas de países en el mundo. La organización por asambleas convocó no solamente a los estudiantes políticamente activos en organizaciones estudiantiles o partidos políticos tradicionales, sino también, y de manera mayoritaria, a jóvenes que no se sentían identificados con los modos tradicionales de hacer política o que por primera vez participaban en lo público. Entre los representantes de las asambleas locales que tomaban la palabra en las AGI se podían escuchar una gran diversidad de posiciones políticas. Estaban presentes quienes militan en las organizaciones estudiantiles de las universidades públicas con una postura socialista; quienes militan en partidos políticos tradicionales pero que por el carácter apartidista del #YoSoy132 no lo hicieron explícito; quienes principalmente desde las universidades privadas impulsaron la agenda sobre democratización de medios y vigilancia electoral; quienes militan o acompañan procesos anticapitalistas, muchos de los cuáles construyeron vínculos con organizaciones populares a través de acampadas; y, una multitud de jóvenes indignados sin ideología fija que encontraron en #YoSoy132 una oportunidad para movilizarse y organizarse. Las diferencias entre las posturas fueron evidentes pero prioritariamente se privilegió la unidad del movimiento.  
Estas inéditas condiciones, donde el objetivo a corto plazo era incidir en el proceso electoral y en el resultado de las elecciones venideras, a la vez, fue un marco que contuvo las tensiones entre las diferentes posiciones políticas dentro de #YoSoy132, postergando el conflicto interno y el desarrollo de mayores contradicciones. 
De la recuperación de lo político y del proceso de aprendizaje colectivo. #YoSoy132 no solamente fue el inédito espacio de encuentro y participación donde estudiantes de universidades públicas y privadas confluyeron, sino también un espacio de debate, en un lenguaje propio, entre formas distintas de entender y hacer política, una plataforma de amplificación de la indignación. La opción por construirse como un movimiento político apartidista, no solamente anti- PRI o anti-EPN, refleja el hartazgo generacional frente a toda la clase política y su partidocracia, incluidos en este rechazo los partidos políticos de izquierda.
Frente a la política tradicional, #YoSoy132 apostó por modos horizontales, descentralizados, incluyentes y participativos de hacer política; a la vez que rechazó la construcción de líderes, fomentó la participación de todas y todos a través de las redes, las calles y las asambleas; trabajó para recuperar el sentido ético de la política, rescatarla del mercado y devolverla a la ciudadanía. #YoSoy132 recuperó el espacio público –plazas, parques, monumentos, calles y universidades- para el ejercicio político. En las redes y en las calles, miles de jóvenes de #YoSoy132 se encontraron y se dieron cuenta que no se conocían, pero que tenían muchas cosas que aprender de ellos mismos.
#YoSoy132 fue una escuela de hacer política, donde se aprende al participar, del encuentro y diálogo con los demás. La empatía despertada en un amplio sector de la juventud, mucha sin experiencia organizativa o de movilización social, encontró en esta primera etapa de #YoSoy132 un espacio abierto para la participación inédita y creativa que se reflejó tanto en las asambleas como en las calles y las redes. Un proceso en el que se aprendió que la clase política no debería ser el interlocutor del movimiento sino que se debía privilegiar el vínculo con la ciudadanía en general. Este vínculo se fomentó con un lenguaje político propio que priorizó expresiones artísticas y audiovisuales por encima del templete y el discurso político tradicional. De hecho, los discursos y pronunciamientos de #YoSoy132 tuvieron un impacto mucho menor que sus videos y otras expresiones estéticas y performativas, que sirvieron de contrapeso a las continuas descalificaciones de medios de comunicación.
De las insuficiencias (autocrítica). Muy pronto #YoSoy132 mostró contradicciones e insuficiencias que, sobre todo, al interior de movimiento generaron tensiones. La urgencia constante con la que #YoSoy132 debía organizarse, discutir y plantear acciones no permitió alcanzar acuerdos de fondo en el movimiento, dejando ambigüedades que fueron creciendo en algunos ámbitos, por ejemplo, el apartidismo y el pacifismo. A pesar de que la creatividad caracterizó a #YoSoy132 en las calles y en sus convocatorias, el proceso de construcción de una estructura orgánica se hizo en los modos tradicionales de agrupaciones estudiantiles y militantes: las asambleas. Aunque en éstas se buscó el diálogo horizontal y la toma de decisiones por acuerdo, las asambleas fueron un espacio de disputa del poder interno entre universidades públicas y privadas, pero también entre las asambleas capitalinas y las del interior de la república. La estructura orgánica de asambleas por universidad fue relegando a cientos de jóvenes que en sus propias casas de estudio no podían hacer valer sus opiniones frente a la de grupos militantes organizados y con experiencia asamblearia. La diversidad acuerpada en las calles fue, poco a poco excluida de los espacios de toma de decisiones del movimiento. La creciente ruptura entre la irrupción inesperada que dio cabida a toda persona que se sumara a #YoSoy132 fue cerrándose en los grupos que lograban participar y ganar las discusiones dentro de las asambleas.
Aún y con estas contradicciones, la estructura orgánica del #YoSoy132 refleja la intención de construir política de otra manera: horizontal, rotativa, descentralizada, diversa, autónoma. Cómo construir en la horizontalidad y cómo coordinarnos entre los diversos es un reto compartido por decenas de organizaciones y movimientos sociales en el mundo.
Las redes sociales no solamente potenciaron el mensaje inicial del #YoSoy132 sino que sirvieron de vehículo politizador de la sociedad. Además de ser herramientas para ampliar discusiones, construcción colectiva de textos, difusión creativa de mensajes políticos, etc., muchas veces las discusiones en redes sociales fueron efímeras, fragmentadas, caóticas. Ante esto se hace evidente el reto de fomentar la potencia politizadora de las redes sociales a la vez que se construyen métodos colectivos que eviten la atomización de los grupos autónomos o la dispersión en miles de mensajes cortos y superficiales.
Dado que cada asamblea local hacía sus balances y planes de acción para ser discutidos y coordinados en las AGI, decenas de acciones de carácter, estrategia y alcance distintos fueron planteados. Mientras algunos impulsaban realizar documentales otros proponían cercar Televisa o tomar las instalaciones de las universidades o impulsar un nuevo constituyente o realizar volanteo en barrios y comunidades o realizar pintas o bloquear vialidades y levantar las plumas de las casetas. El reto de coordinar las propuestas y acciones era mayúsculo. Muchas veces las acciones estuvieron desorganizadas o no conseguían el objetivo para el que se plantearon pero hay que reconocer que la diversidad de acciones realizadas por #YoSoy132 amplió el catálogo de lo que un movimiento social puede hacer.
La velocidad con la que la jornada electoral se acercaba fue un reto al que el movimiento no logró darle la vuelta. La mayoría de las acciones y pronunciamientos de #YoSoy132 fueron hechos en la lógica de la reacción frente a la agenda controlada por los medios masivos de comunicación y los partidos políticos tradicionales. Los constantes deslindes en los que miembros de #YoSoy132 hicieron de las acciones o posturas de otros miembros del mismo movimiento son prueba de esto.
El apartidismo de #YoSoy132 ante la premura del proceso electoral no logró consolidarse como un discurso distinto y ajeno a las fuerzas políticas profesionales de izquierda. Para buena parte de la sociedad este movimiento fue una expresión juvenil de apoyo al candidato de izquierda Andrés Manuel López Obrador (AMLO). Esta percepción fue fortalecida, después de las elecciones, por la decisión asamblearia de que #YoSoy132 impugnaría el resultado electoral y evitar la imposición del PRI, estrategia idéntica a la seguida por AMLO.
La victoria del PRI generó desánimo en la sociedad en general y marcó al #YoSoy132 con la sombra de la derrota. Cada vez menos jóvenes participaron en las acciones y convocatorias del movimiento. Las contradicciones internas se incrementaron hasta el día de toma de posesión de EPN como presidente de la república.
4.    México. Del #1Dmx al Ayotzinapa
El contexto social y político en el que suceden los procesos sociales es fundamental para tratar de entenderlos. Mirar un movimiento social solamente enfocándonos en su propia organización, acciones y estrategias es insuficiente si no se mira también cómo opera, cambia y reacciona su adversario, que en el caso del #YoSoy132 es el régimen. Las condiciones sociales y políticas en las cuales irrumpió #YoSoy132 han cambiado sustancialmente desde el 1ero. de diciembre de 2012, #1Dmx, día en el que detrás de un cerco kilométrico, de miles de policías y en medio de protestas, enfrentamientos y violaciones a los derechos humanos, Enrique Peña Nieto asumió la presidencia del país. El regreso del PRI a Los Pinos  está histórica e indeleblemente marcado por lo sucedido la noche del 26 y madrugada del 27 de septiembre de 2014 en Iguala, Guerrero. La masacre de 6 personas, tres de ellas normalistas, y la desaparición forzada de 43 estudiantes de la Escuela Normal Rural Raúl Isidro Burgos de Ayotzinapa, Guerrero, por parte de la policía municipal de los municipios de Iguala y Huitzuco, con la participación de Policia Federal y ante la vigilancia del Ejército Mexicano, en clara colaboración con grupos criminales ha sido la gota que ha quebrado un vaso que ya estaba lleno. La exigencia por la presentación con vida de los 43 jóvenes, así como la rabia e indignación por lo sucedido han desatado protestas a todo lo largo, ancho y profundo del país y del mundo entero. Ayotzinapa no es un caso aislado. A pesar del esfuerzo del gobierno de EPN por silenciar mediáticamente la guerra que se libra en muy distintos frentes de nuestro país, ahora sabemos que en lo que va de su sexenio han sido asesinadas y desaparecidas más personas que en el mismo periodo del sexenio anterior, el de Felipe Calderón. Además se ha hecho público el involucramiento del ejército mexicano en violaciones graves de los derechos humanos como en el caso de Tlatlaya, Estado de México, donde asesinaron extrajudicialmente, fusilaron, a por lo menos 7 personas después de un enfrentamiento donde fallecieron 22 personas en total.
Antes de que se revelara tan claramente el rostro criminal de las instituciones del estado en su colaboración con el narco y grupos armados ilegales, la gestión de Peña se había caracterizado por el impulso de las reformas estructurales avaladas en el Pacto por México; el escaso crecimiento económico y la perpetuación de la desigualdad; la extensión de la represión contra movimientos sociales y comunitarios que se han opuesto a los planes de gobiernos estatales y federal;  el experimento social de legalización de las fuerzas civiles de autodefensas en Michoacán; la recentralización del poder en el gobierno federal reduciendo autonomía a los órganos descentralizados del estado y reemplazando a dos gobernadores de los estados donde mayores conflictos ha habido: Guerrero y Michoacán.
Hoy, a mediados de 2016, estamos en medio de una profunda crisis política y social potenciada por los escándalos de corrupción y conflictos de intereses en los que han estado involucrados el ejecutivo federal y sus círculos familiar y político más cercano. La economía no logra el crecimiento necesario para el bienestar de la población, el peso se deprecia frente al dólar y el petróleo estuvo en  su precio más bajo desde 2008. Aún 3 años después de la aprobación de la Reforma Eduativa la resistencia del magisterio disidente se mantiene.
Ante este complejo escenario se han desatado diversas protestas y resistencias. Los movimientos socioambientales, indígenas y campesinos han buscado articularse a través de las iniciativas del Congreso Nacional Indígenas y del EZLN; el movimiento estudiantil del Instituto Politécnico Nacional logró, a través de manifestaciones, paro de actividades en más de 40 planteles y una mesa de diálogo con el gobierno federal, detener reformas que disminuyen la calidad educativa de la institución; alrededor de la masacre de Iguala y de la desaparición forzada de los 43 estudiantes normalistas se han desatado amplias protestas a nivel nacional y mundial que exigen la presentación con vida de los jóvenes, el esclarecimiento de lo sucedido, justicia ante esta violencia y que han apuntado la responsabilidad de lo sucedido en el Estado mexicano en su conjunto.
En esa línea, preguntarnos qué ha pasado con #YoSoy132 no puede desligarse de lo que ha sucedido en México en estos meses. Sin entrar al detalles de cada una de los fenómenos anteriormente mencionados, me detendré en algunos que han tenido consecuencias directas en el propio #YoSoy132.
De la simultaneidad, el avasallamiento y la impunidad
Diversos académicos han descrito la situación actual de México como la de un país en un estado de guerra permanente (Zibechi, 2014) o guerra infinita (Ceceña, 2014), es decir, en un conflicto interno prolongado que “da paso al saqueo, estimula una variedad de negocios (armas, drogas, alimentos, trata de personas, mercenarismo y muchos otros) y permite un control sobre las poblaciones no legitimado porque se ejerce en condiciones de excepción” (Ceceña, 2014). La guerra permanente busca la apropiación de los bienes comunes dejando sociedades rotas, incapaces de resistir por periodos prolongados.
Las características de esta dominación de espectro completo, desarrolla Ceceña, son el avasallamiento, la simultaneidad y la impunidad. Estos tres elementos son claramente aplicables al México post #1Dmx. A través del avasallamiento se busca ampliar la dominación a través del uso de fuerza desproporcionada y arrasadora frente a todos aquellas personas o colectivos, por muy pequeños que sean, que puedan resistir las políticas de estado y de intereses del mercado. Desde el #1Dmx se ha vuelto normal que las policías desplieguen operativos desproporcionados, hagan detenciones ilegales, consientan la violencia directa de algunos manifestantes a los que nunca detienen e impulsen leyes que regulen la protesta social para disuadir las manifestaciones políticas de diversos grupos de la sociedad que rechazan decisiones de gobierno. En las zonas de abierta guerra por el control de los mercados ilegales – Tamaulipas, Michoacán- y en los territorios donde comunidades organizadas resisten – Chiapas, Guerrero, Puebla, Morelos – se ha vuelto práctica común el ingreso del ejército, la detención de líderes sociales y la anuencia estatal a guardias blancas, fuerzas rurales y grupos paramilitares.
La simultaneidad, otro elemento de la dominación de espectro completo, tiene por objetivo desgastar a la sociedad a través de múltiples mecanismos aplicados al mismo tiempo. “Con esta idea se aplican simultáneamente mecanismos desestabilizadores o directamente de ataque en todos los ámbitos de la vida social. Desde casos como el mexicano en que se aprobaron en cascada reformas antipopulares (laboral, fiscal, de control de comunicaciones, educativa y energética) que generaron confusión y respuestas fraccionadas y que transformaron sustancialmente y de golpe las relaciones laborales, las pautas educativas, el patrimonio de la nación (del pueblo de México), los niveles salariales y de imposición, la vigilancia o intromisión en la vida privada y los márgenes de maniobra de la sociedad. ” (Ceceña, 2014)  
La imperante impunidad en México invalida los referentes de justicia a través de la ostentación de comportamientos ilegales, hasta que ya no es posible distinguir entre el estado de derecho y el crimen, generando –objetiva y subjetivamente- un estado de indefensión de la sociedad frente al triunvirato del estado, narco y empresas trasnacionales. A través de esta guerra de espectro completo el capital ocupa territorios en la lógica de la acumulación por desposesión.
#YoSoy132, como el resto de los movimientos sociales, ha sido trastocado por esta lógica de dominación de espectro completo. El propio #1Dmx, la criminalización de la protesta, el desgaste y desarticulación son algunas de las consecuencias que se reflejan #YoSoy132 pero que llegaron a su límite después de lo sucedido en Ayotzinapa.
Del #1Dmx a las leyes de control del espacio público y la protesta social
Ante un despliegue policial sin precedentes en la historia reciente de la Ciudad de México, detrás de un cerco de vallas metálicas, en medio de protestas,  enfrentamientos y detenciones arbitrarias, EPN tomó posesión de la presidencia de México el 1ero. de diciembre de 2012. Desde la primera hora, inconformes con la imposición de EPN, un grupo de manifestantes que reivindicaba la legitimidad de la acción directa y la violencia revolucionaria se enfrentó a la policía en el cerco que protegía el recinto legislativo de San Lázaro. Durante horas, pedradas, bombas molotov, petardos y hasta un camión de basura utilizado como ariete fueron lanzados por el grupo contra el cerco; balas de goma, latas de gas lacrimógeno y gas pimienta fueron disparadas por la policía hiriendo a varios manifestantes. En los enfrentamientos participaron miembros de muy diversas organizaciones políticas y sociales, incluido un pequeño contingente de #YoSoy132. El contingente mayor de #YoSoy132 se manifestó, también, en San Lázaro pero de manera pacífica. El despliegue policial constantemente realizó provocaciones para que este contingente quedara en medio del enfrentamiento. El saldo del enfrentamiento fueron decenas de heridos entre los manifestantes, dos de gravedad, uno que perdería un ojo por disparo de bala de goma y otro, Francisco Kuykendall, herido de muerte por el estallido de una lata de gas lacrimógeno en su cabeza. A pesar de la duración del enfrentamiento, ningún miembro del grupo de acción directa fue detenido en los alrededores de San Lázaro.
Las manifestaciones siguieron por el Centro Histórico de la Ciudad de México, donde nuevamente hubo enfrentamientos entre el grupo y policías, quienes, en un primer momento, consintieron que algunos manifestantes rompieran los vidrios de diversos negocios y destruyeran mobiliario urbano. Después de estos enfrentamientos, la policía recibió la orden de detener a “todos los jovencitos con mochila en la espalda”. A partir de ese momento, casi un centenar de personas – algunos manifestantes pacíficos, pero también personas que pasaban por el lugar-fueron detenidas arbitrariamente. Videos que la propia ciudadanía grabó y difundió en redes sociales y medios de comunicación evidenciaron el accionar violatorio de derechos humanos de la policía. La mayoría de los detenidos fueron liberados al día siguiente, pero 14 permanecieron presos sin pruebas casi un mes hasta que, producto de la presión social, fueron liberados.
Si #YoSoy132 había recuperado la dimensión emotiva en el accionar político, el #1Dmx y las acciones policiales en las marchas subsecuentes han operado como inhibidores de la protesta social. Frente a la alegría y la indignación expresada en las marchas, el estado ha optado por sembrar el miedo y el desánimo, por criminalizar la protesta obligando a los movimientos a concentrarse en la liberación de los detenidos en las manifestaciones. La violencia provocada o consentida por el estado ha funcionado como estrategia para desarticular las redes ciudadanas, extendiendo la lógica de control a todo espacio público. Si en las semanas posteriores a su irrupción los medios de comunicación no pudieron borrar de sus páginas y noticieros las propuestas creativas de #YoSoy132, el #1Dmx fue el pretexto perfecto para transmitir y reiterar que la violencia y destrozos como si hubieran sido sido producto del propio #YoSoy132.
En la Ciudad de México, además del incremento de la presencia policial, a partir del #1Dmx se ha impulsado la clausura de los espacios públicos como política de gobierno al mantener, por ejemplo, literalmente cercado el Zócalo capitalino para las expresiones políticas de la sociedad. Los despliegues policiales ante cualquier manifestación social han incrementado exponencialmente. Al paso de los meses, el enemigo público número 1 de la Ciudad de México ha dejado de ser el #YoSoy132, para ser sustituido por grupos de jóvenes, algunos anarquistas, pero también de otras filiaciones políticas que al manifestarse han legitimado el ejercer acciones directas y violencia contra policías, negocios y hasta reporteros. Ellos se han vuelto el enemigo interno, junto con el magisterio disidente organizado contra la Reforma Educativa, que el estado necesita para legitimar su violencia.
La disuasión, generación de desconfianza y miedo característicos de la estrategia de avasallamiento ha sido operada desde el estado y sus instituciones de control y seguridad.  En este sentido, presenciamos el proceso de legalización del asedio a la protesta social y el control del espacio público a través de propuestas de ley que actualmente o se discuten o ya han sido aprobadas en los congresos estatales.
De la incapacidad de respuesta
La lógica del miedo paraliza, desarticula, genera desconfianzas y rompe el tejido social. Después del #1Dmx, #YoSoy132 quedó muy disminuido, mediáticamente criminalizado y sin poder resolver sus contradicciones internas. El postergado debate de fondo entre el pacifismo y el ejercicio de la autodefensa o violencia legítima rompió la unidad lograda durante el periodo previo. El desánimo, la sensación de derrota y los golpes (reales y simbólicos) permearon, en el sentido contrario a la emoción gozosa de la irrupción, a las multitudes que dejaron de sentirse convocados por #YoSoy132 y se desmovilizaron.
Hasta antes de Ayotzinapa, la estrategia de avasallamiento había funcionado para el estado y los poderes fácticos. El balance que desde el poder se hacía es que podían realizar cualquier cosa sin respuesta ciudadana real que pudiera resistir las reformas estructurales propuestas para profundizar el modelo neoliberal en México. Simultáneamente, bajo el paraguas del Pacto por México, la clase política prescindió del Congreso y del debate abierto a la ciudadanía para impulsar y aprobar las reformas laboral, fiscal, educativa, de telecomunicaciones, de control de multitudes, del código penal federal y energética. A pesar de que diversas organizaciones políticas  y sociales, incluidas algunas iniciativas impulsadas por pequeños grupos de jóvenes que participaron en #YoSoy132 trataron de oponerse generando y difundiendo información crítica a las reformas, convocando a campañas virtuales y buscando articular amplias movilizaciones, no se logró  detener o contrarrestar ninguna.
5.    Del #YoSoy132 a cuatro años.
Después de dos años, ¿qué logró #YoSoy132? Considerando la profundización de la crisis que vivimos, la restauración totalitaria del PRI, la aprobación de las reformas estructurales y el recrudecimiento de la guerra, poco. Si se considera el reflujo que en 2012 existía de movilización social, el contexto de avasallamiento y que eligió como adversario al propio régimen, mucho.
A la distancia se puede afirmar que el diagnóstico y la crítica hechos por el #YoSoy132 durante el 2012 en relación con el impacto social que tendría la restauración del PRI y la necesaria democratización de los medios de comunicación fue y sigue siendo acertada. Muchos críticos del movimiento soslayaron los análisis hechos por el #YoSoy132 porque provenían de jóvenes que no habían nacido o eran muy jóvenes para recordar al PRI en el gobierno. Insistían en que México ya era distinto y que había contrapesos institucionales y ciudadanos suficientes para contener los designios del ejecutivo federal. El tiempo ha dado la razón al movimiento. Los contrapesos institucionales renunciaron a serlo al acordar apoyar las iniciativas del Pacto por México, pacto que dejó en las cúpulas partidistas y no en el debate legislativo las reformas estructurales. Además hemos observado cómo se ha soslayado la demanda ciudadana por acabar con la corrupción institucionalizada y el pacto de impunidad absoluta que fundamenta el actuar de la clase política. Organismos como la Comisión Nacional de Derechos Humanos, el Instituto Nacional Electoral y el Instituto Federal de Acceso a la Información y Protección de Datos han sido, todos, debilitados.
La crítica a toda la clase política, incluido López Obrador, y a los partidos políticos cualesquiera que sean sus colores, fue otro acierto del #YoSoy132. La partidocracia, en este sexenio, sigue tomando decisiones desde las cúpulas, a espaldas de la ciudadanía. El caso de Ayotzinapa confirma lo que ya sabíamos. La clase política colabora con los poderes fácticos ilegales y criminales para beneficio propio. Buena parte de la ciudadanía indignada que ha simpatizado con el #YoSoy132 está harta de los partidos y en la nada sencilla búsqueda de otros horizontes políticos y sociales.
Después de la jornada y resultados electorales del 2012, el horizonte de lucha del #YoSoy132, recordando que su antagonismo es contra el régimen, se vuelve demasiado complejo para poder articular acuerdos y acciones que realmente lo pusieran en conflicto. Sin un horizonte claro la dispersión característica de las asambleas y discusiones del #YoSoy132 se fue reflejando en sus acciones y convocatorias. Poco a poco las asambleas se fueron diluyendo dejando un vacío que diversos grupos de afinidad y trabajo trataron de llenar. Aunque sin la convocatoria del movimiento en su momento de irrupción, cientos de jóvenes han seguido coordinándose, analizando y participando de lo político. Tan solo entre 2013 y 2016 jóvenes que formaron parte de #YoSoy132 participaron, de manera enunciativa y claramente no exhaustiva, en: la lucha por la liberación del profesor Alberto Patishtan; la construcción medios alternativos de comunicación (Más de 131, Revista Hashtag, etc.); la propuesta de leyes de telecomunicaciones que fomentaran la democratización de los medios; en la protesta contra la reforma energética; en las movilizaciones por la liberación de los presos políticos; en las movilizaciones contra el alza del metro en la Ciudad de México; en la exigencia por un internet libre; en la defensa y promoción de los derechos humanos en muy diversas organizaciones civiles; en la discusión teórica sobre el propio movimiento y el contexto del país; en la difusión en redes de decenas de resistencias socioambientales en el país; en las protestas por la desaparición de los 43 jóvenes normalistas de la Escuela Normal Rural de Ayotzinapa; en la denuncia de las violencias machistas y el acoso contra las mujeres. En fin, el aprendizaje colectivo de decenas de jóvenes que participaron en el #YoSoy132 sigue reflejándose cotidianamente en la agenda pública.
6.    Bibliografía
·         Agamben, G. (2013) For a theory of destituent power. Conferencia. Recuperado el 18 de diciembre de 2014, del Sitio web Chronos Magazine: http://www.chronosmag.eu/index.php/g-agamben-for-a-theory-of-destituent-power.html
·         Ceceña, A.E. (2014) “Los golpes de espectro completo” en América Latina en Movimiento, Año XXXVIII, número 495, mayo 2014, pp, 1 – 5. Recuperado el 18 de diciembre de 2014, Sitio web de Agencia Latinoamericana de Información: http://alainet.org/publica/alai495w.pdf
·         CNDH (2006). Recomendación 38/20016. Recuperado el 18 de diciembre de 2014, Sitio web de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos: http://www.cndh.org.mx/sites/all/fuentes/documentos/Recomendaciones/2006/REC_2006_038.pdf
·         Esteva, G. (2013). “Salir del callejón” en La Jornada, 2 de septiembre de 2013. Recuperado el 18 de diciembre de 2014 del Sitio web de La Jornada: http://www.jornada.unam.mx/2013/09/02/opinion/022a2pol
·         Oxfam. (2014) Gobernar para las élites. Secuestro democrático y desigualdad económica. Recuperado el 18 de diciembre de 2014, del Sitio Web de Oxfam International: http://www.oxfam.org/sites/www.oxfam.org/files/bp-working-for-few-political-capture-economic-inequality-200114-es_0.pdf
·         Sethness, J. (2014) Noam Chomsky: Ecology, Ethics, Anarchism. Recuperado el 18 de diciembre de 2014, del Sitio web Truthout: http://truth-out.org/news/item/22819-noam-chomsky-ecology-ethics-anarchism
·         Sicilia, J. (2014) “El corazón del almendro” en Rúbricas, Año 5. Número 7. Primavera – verano 2014, pp. 29-32
Zibechi, R. (2014) “Defendernos colectiva y comunitariamente” en La Jornada, 18 de abril de 2014. Recuperado el 18 de diciembre de 2014 del Sitio web de La Jornada: http://www.jornada.unam.mx/2014/04/18/opinion/036a1pol


[1] El presente texto pretende aportar a la discusión sobre #YoSoy132 desde quienes participamos en el movimiento. No es un análisis académico o periodístico. Es, simplemente, el modo en que me explico algunas de las características de #YoSoy132, de mi participación en él y cómo lo vivo a cuatro años de distancia.
[2] Para Noam Chomsky, la democracia capitalista realmente existente es “un tipo de capitalismo de estado, con un componente estatal muy poderoso dentro de la economía, pero con dependencia en las fuerzas del mercado. Las fuerzas del mercado son moldeadas y distorsionadas de acuerdo a los intereses de los poderosos – por un el poder del estado fuertemente controlado por poderes privados- (Sethness, 2014).
[3] Según el informe Gobernar para las élites. Secuestro democrático y desigualdad económica publicado por Oxfam en enero de 2014, casi la mitad de la riqueza mundial está concentrada en el 1% de la población. Además, las 85 personas más ricas del mundo posee el equivalente a la riqueza del 50% de la población más pobre del mundo (Oxfam, 2014).
[4] En octubre del 2006, la Comisión Nacional de los Derechos Humanos emitió la recomendación 38/2006, dirigida principalmente a EPN,, donde claramente se establece la violación a diez derechos humanos: 1) detención arbitraria; 2) trato cruel, inhumano o degradante y lesiones; 3) allanamiento de morada; 4) retención ilegal; 5) incomunicación; 6) tortura; 7) abuso sexual y violación; 8) derecho a la vida; 9) derechos de los menores; y 10) derechos a la legalidad y seguridad jurídica.
[5] Memoria de la Primera Asamblea General del Movimiento #YoSoy132 en la UNAM: https://www.youtube.com/watch?v=E9dkSK1pgzA
[6] Página oficial de #YoSoy132Internacional: http://yosoy132internacional.wordpress.com/
[7] El #Debate132 puede ser visto en https://www.youtube.com/watch?v=txWoCr1EXyE
[8] A saber: democratización y transformación de los medios de comunicación; cambio del modelo educativo, científico y tecnológico; cambio en el modelo neoliberal; cambio en el modelo de seguridad nacional y justicia; transformación política y vinculación con los movimientos sociales; pleno cumplimiento del derecho a la salud.
[9] Informe General de Irregularidades y Delitos Electorales del Movimiento #YoSoy132, agosto 2012: http://www.yosoy132media.org/wp-content/uploads/2012/08/INFORME-GLOBAL-VC.pdf
[10] Comunicado de Huexca al movimiento #YoSoy132 y a la sociedad en general: https://www.youtube.com/watch?v=PpI5jBkQGBA
[11] Marcha en Solidaridad con las familias de la Guardería ABC: https://www.youtube.com/watch?v=sofkEmhd8J0
[13] Principios Generales en #YoSoy132 Media: http://www.yosoy132media.org/quienes-somos/

....espacio para no olvidar ....

.... la memoria es, ya, una esperanza....

... Memorial de Agravios... para muestra, basta un espejo...

... civiles asesinados durante la guerra en irak ...

... por ustedes rebeldes, rebeldes seremos...

... por ustedes rebeldes, rebeldes seremos...
Foto de Pedro Valtierra