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Estado de Inseguridad
Permanente
Editorial para Zigma en la Política del 20 de enero de 2016
Pablo Reyna Esteves (@preynae)
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De nuevo aquí. De nuevo
discutiendo sobre temas no resueltos. Pareciera que en México nada se planea,
nada se atiende, a nada se le da solución. Nuevamente el tema de seguridad se
apropia de los encabezados y las editoriales en los diarios. Lo usual: aquel funcionario
desestimando realidades, percepciones, diagnósticos y análisis; aquel otro, el
más cínico, diciendo que la desaparición de cinco personas a manos de la
policía de su estado es tan sólo “algo que salió mal”; uno más, el improvisado,
mentando madres porque otro, el sátrapa, le quiere quitar el control y venta de
su plaza, perdón, de su municipio.
Y es que la captura
Guzmán Loera no logra tapar con un dedo el incremento de los secuestros en
Guerrero, las desapariciones forzadas en Veracruz, los feminicidios en decenas
de entidades federativas del país, la explosión de la burbuja segura que
creíamos eran algunas zonas de la Ciudad de México, el repunte en los índices
de homicidios y ejecuciones en 2015, las alertas de viaje que el Departamento
de Estado de Estados Unidos emitió por la inseguridad en 21 estados del país,
el asesinato de la alcaldesa de Temixco, Morelos; el uso deliberado de la
tortura para obtener confesiones, la percepción de inseguridad que compartimos
el 73% de la población del país, la falta de voluntad política de los gobiernos
estatales para certificar y profesionalizar a las policías del país…
Y los medios de
comunicación repitiendo las voces del funcionario, del cínico, del improvisado,
del sátrapa; investigando quién es la mujer del poster en las paredes del hotel
aquel de Los Mochis; entretenidos en el texteo entre el capo y la actriz y
deseando que sean sus jefes editoriales quienes reciban la filtración de un
sexteo que venda sus pasquines.
De nuevo aquí. Ya
arrancando el décimo año desde que esta etapa de la guerra se puso en marcha
apostando sangre y fuego al uso de la fuerza y la militarización. Nueve años
ya. Nueve años y de nuevo estamos aquí: analizando, afinando diagnósticos,
proponiendo alternativas y nada cambia. No creo que sea solamente un tema de
incapacidad de las autoridades. Nueve años deberían de haber sido suficientes
para que dejaran de solapar las violaciones graves a los derechos humanos,
profesionalizaran los cuerpos policiacos, fortalecieran las capacidades del
Estado para investigar delitos, cambiar la política de drogas y sacar al
ejército de las calles. Pero no, eso no ha pasado y no pasará, porque no es una
casualidad. Este estado de inseguridad permanente ha llegado para quedarse
porque le sirve a alguien, le sirve al Estado para justificar una guerra contra
sus ciudadanos, para promover un estado de miedo e incertidumbre generalizado
que permita que los negocios legales e ilegales operen en beneficio de sí
mismos.