Sobre defensores del medio ambiente, los territorios y la vida
Editorial para Zigma en la Política del 25 de enero 2017
@preynae*******
El pasado 15 de enero fue asesinado Isidro
Baldenegro, un hombre rarámuri, quien por más de 30 años luchó para defender a
su pueblo, Coloradas de la Virgen, y al bosque de la zona de la explotación y
violencia de bandas ilegales de talamontes. La vida y lucha de Isidro
Baldenegro fue abrazada en 2005 con el Premio Medioambiental Goldman, el más
prestigioso reconocimiento que se otorga a activistas y defensores del medio
ambiente a nivel mundial. En menos de un año, dos activistas y defensores de la
vida y el medio ambiente, ambos reconocidos con el Premio Goldman, Isidro
Baldenegro y Berta Cáceres, fueron asesinados en América Latina. Sus asesinatos
no son una casualidad, tampoco son hechos aislados. Las agresiones dirigidas a
las personas, organizaciones, colectivos y comunidades que deciden alzar la
voz, organizarse y luchar por los derechos a un medio ambiente sano,
sustentable, digno y posible son, en todo el mundo, indignantemente comunes.
El asesinato de Isidro Baldenegro sucedió
justo cuando el Relator Especial de Naciones Unidas sobre la situación de los
defensores de los derechos humanos, Micheal Forst, realizaba una visita oficial
a México. El día de ayer, al presentar su Informe de Cierre de Misión, el
relator Forst manifestó su indignación por el asesinato de Isidro. Durante su
visita, el relator Forst, quien se reunió con más de 800 personas defensoras de
derechos humanos, dio cuenta de la impunidad absoluta en la que sobrevivimos en
México, además denunció el grave patrón de violencia contra defensores y defensoras.
Contundentemente indicó que “hay una tendencia de muerte” contra los defensores
y defensoras de los derechos humanos. En el Informe de Cierre de Misión también
se da cuenta de la criminalización que sufren quienes protegen y promueven los
derechos económicos, sociales y culturales, en particular “de quienes defienden
los derechos de los pueblos indígenas y los derechos a la tierra, agua y
ambiente seguro.” La criminalización y las agresiones, que van desde
intimidaciones, acoso y amenazas, hasta asesinatos, ejecuciones, desapariciones
y desapariciones forzadas, suceden, principalmente, en contextos de
megaproyectos extractivistas, de energía y de infraestructura.
La vulnerabilidad de los defensores de los
derechos de lo pueblos y territorios indígenas, así como del medio ambiente, es
cada vez mayor. La tendencia del gobierno hacia la explotación de los recursos
naturales y el despojo de tierras y territorios para beneficio de grandes
empresas legales e ilegales sigue acelerándose. De acuerdo a un ejercicio de
observación de conflictividades socioambientales en territorios indígenas que
llevamos a cabo en la Universidad Iberoamericana, en tan solo dos años, del
2014 al 2015, se registraron más de 100 conflictos activos por la imposición de
proyectos mineros, petroleros, agroindustriales y de infraestructura a lo largo
de los territorios indígenas del país. Sí, más de 100 conflictos, en la mayoría
de los cuales (2 de cada 3) se han reportado agresiones contra las personas que
han decidido alzar la voz en defensa de sus derechos, territorios y modos de
vida. La vulnerabilidad de las personas, colectivos y comunidades, esta
tendencia de muerte denunciada por Forst, no dejará de incrementarse mientras
la impunidad absoluta siga siendo predominante en nuestro país. Los agresores y
asesinos de personas como Isidro Baldenegro agreden, asesinan y desaparecen
porque pueden. Pueden porque tiene el respaldo de empresas legales e ilegales,
así como de los gobiernos locales, estatales y federal. Pueden porque nosotras
y nosotros como sociedad no hemos logrado visibilizar las violencias contra
pueblos indígenas y contra defensores de los derechos al territorio y al medio
ambiente. Pueden porque personas como Isidro Baldenegro nos eran anónimas hasta
que fue demasiado tarde.