.............................................................................................

Llamamos a todos y a todas no a soñar, sino a algo más simple y definitivo, los llamamos a despertar. - Sup Marcos (1/enero/1999)

....................................................................................

“Porque en el fondo, uno ama al mundo a partir de la certeza que este mundo, triste mundo convertido en campo de concentración, contiene otro mundo posible. O sea, que el horror está embarazado de maravilla.” -Eduardo Galeano

viernes, 27 de julio de 2007

La revancha de la Guelaguetza

comp@s... va una opinión de hermann bellinghausen acerca de la guelaguetza (guerraguetza, se apresta a corregir un pefepo blandiendo su tolete y haciendo gala de las nuevas artes marciales - quesque para replegar a las masas -que les vinieron a enseñar desde corea del norte)...

y pues así... a todo aquello que creemos hermoso y neutro y lleno de diversidad cultural hay que rascarle con la uña para arrancarle la capa de pintura que no nos deja ver, muchas veces, el metal oxidado que hay debajo...

la guelaguetza es una más de las muestras del tipo de indio que el gobierno quiere... ese indio lleno de plumas y flores y piedras, constructor de pirámides "maravillosas", el indio muerto... es decir, un indio folclorizado...

esa "imagen folcrorista" que Guillermo Bonfil Batalla definía como " la íntima nostalgia reaccionaria de que se conserven por siempre intocadas las danzas, la indumentaria y ciertos objetos de producción artesanal, fundamentalmente para el deleite de extraños, pues ellos sí saben apreciarlos" (Bonfil, Pensar Nuestra Cultura, Alianza Editorial, 1992, pp. 79)

así, cuando el proyecto civilizatorio mesoamericano, ese México Profundo, lucha, el México imaginario tiembla, ya desnudado de su poder...

va pues la opinión de bellinghausen...

chido, buen camino,

pablo

-----------------------------------------------------------------------------------------------


La revancha de la Guelaguetza -- HERMANN BELLINGHAUSEN (La Jornada, 23 de julio de 2007)

La Guelaguetza es una invención relativamente nueva, pero eso tal vez ya no importa. Tiene fecha de nacimiento (1932), gobernador a cargo (Francisco López Cortés), presidente de la República que apadrine (Abelardo Rodríguez, interino, en 1933), punto débil (nace de una idea racista: rendir “homenaje racial” a los oaxaqueños de abajo), y la coyuntura humanitaria del terremoto que en 1931 dañó gravemente a Oaxaca y la Federación le debió tender la mano. La Guelaguetza urbana, nacida de un terremoto, llega a sus 76 años sacudida por otro.

Lo importante hoy es que sirve para subrayar, una vez más, qué país más vergonzozo es éste, que permite la permanencia de un gobierno ilegítimo, delincuencial y violento como el de Ulises Ruiz Ortiz. La “disputa” por la Guelaguetza devino revuelta de lo simbólico en un terreno dolorosamente real y concreto.

Originada en las tradiciones festivas de los valles centrales del estado, mayoritariamente zapotecas, y expropiada por los misioneros españoles para superponer a la vírgen del Carmen, siempre ha sido una fiesta popular basada en el regalo y la cooperaración comunal. No en balde surge de la misma civilización que practica el tequio.

La leyenda del amor trágico entre la princesa zapoteca Donají (hija del señor de Zaachila, para entonces ya cristianizada) y el enemigo guerrero mixteco Nucano, sirvió a los misioneros para sellar la reducción de los pueblos zapotecos y mixtecos. Desde entonces, las danzas y la fiesta son sincréticas (como casi todo lo indígena que pervive). El hecho es que la Guelaguetza resulta el banquete mayor del poder político y empresarial de Oaxaca, escudado en la típica hipocresía del racismo criollo: usar al indio para lucirse el amo. Esa burguesía local conserva en el siglo XXI rasgos del XVII, en el peor sentido. Y luego que para entrar a la fiesta ahora se pasa por Ticket Master y/o American Express.

Al Estado posrevolucionario le sirvió para atraer a los ignotos mixes, los zapotecos del Istmo, los huaves, los mazatecos cerriles. Integración. Identidad. ¿Control? Hoy se le supone celebración de los 16 pueblos (que no “etnias”) de Oaxaca. Pero no para que se junten; solamente que se luzcan. A la vuelta de los años, la Guelaguetza se volvió la gran oferta turística de hoteles, restaurantes, agencias de viajes, tiendas de artesanías, joyerías, servicios. A los pueblos las propinas. Que bailen, folcloricen y se aguanten.

Al evolucionar de convite a espectáculo, la trasladaron al escenográfico cerro del Fortín y la fueron matando piedra sobre piedra. Ya con José Murat la perversión era total: los indios dejaban ofrendas a los pies del “señor” (guajolotes vivos, frutas, pan, flores) y las hijas de los amos podían lucirse bailando entre los indios. Ulises Ruiz nunca imaginó cuál sería la Guelaguetza de su destino: una crisis represiva (por segundo año consecutivo). Al paso que va, será su tumba política.

Asistimos a una nueva transformación de la Guelaguetza, que por lo demás persiste en muchos pueblos del altiplano oaxaqueño. Desde la APPO se le ve como una tradición a recuperar, cuando parecía olvidarse el sustrato profundo del movimiento social del estado (no sólo su capital). Una lucha que no empezó ayer, y que encontró ya sus modos de decir “¡basta!” en los pueblos.

Con el retorno del EPR a cartelera y las redituables teorías conspirativas para explicar el descontento en Oaxaca como “provocación” o “complot de grupos radicales”, la represión ha perdido pudor y límites, pues incluso el escándalo internacional parece “manejable”; ya no digamos los medios de comunicación.

Los capitalistas oaxaqueños están desesperados. Su botín turístico (vampirizar al indio) se resquebraja. “Nos quieren quitar la Guelaguetza”, chillan en el último hilillo de su discurso de “identidad oaxaqueña”, amenazado por el peladaje que de seguro viene de Plutón y merece “todo el peso de la ley”, no importa que quienes la aplican sean las entidades más ilegales de Oaxaca: Ejecutivo, Congreso, policías, jueces. (¿O quién va a responder por el “escarmiento” criminal a Emeterio Merino Cruz?). (Imagen de un estencil que basado en la fotografía de Manuel Álvarez Bravo, "Obrero en Huelga, Asesinado")

Ahora hay una Guelaguetza popular a la que los administradores de la fiesta patronal (del patrón) dedican toda su furia represora, y sólo por reclamar su sitio. Es posible que Ruiz Ortiz sea el último “señor” de la Guelaguetza hechiza; no puede prescindir de cercos granaderiles y militarización de caminos para salir al baile: esa “fiesta” que con el trasfondo de una masa real de comunidades indígenas engalanadas y con plumas se esperaba que sirviera de pasarela a las niñas ricas, disfrazadas a su vez de indias, ante gobernadores que más parecen capos en su hacienda.

Quién iba a decir que esta celebración/espectáculo se convertiría en álgida reivindicación popular. Con toda su carga simbólica y mitificable, los Lunes del Cerro ya no serán lo que fueron. Resulta que la Guelaguetza muerde, y desnuda al poder que la creyó suya.

jueves, 12 de julio de 2007

Nuestro lugar, nuestro tiempo - John Holloway

publicado en la jornada, 7/7/7

Nuestro lugar, nuestro tiempo

Nuestro lugar. Este es nuestro lugar. No suyo, nuestro. El nuestro es un espacio sin fronteras, sin definiciones. Ellos tienen su propio lugar, ahí, detrás de las vallas metálicas, del alambre de púas, cercado por miles de policías. Ahí está el lugar para los asesinos masivos, en la cárcel que nosotras y nosotros hemos creado para ellos. Los líderes políticos del mundo se mueven solamente cuando están cercados de policías y guardaespaldas, detrás de vallas altas, protegidos por armas y helicópteros. No se pueden mover libremente porque nos tienen miedo.

Nuestro tiempo. Este es nuestro tiempo. No suyo, nuestro. Un tiempo de intensidad, un tiempo de pasión, un tiempo de sueños, un tiempo de romper el tiempo. Un tiempo en él que negamos toda continuidad, un tiempo para hacer un mundo nuevo. Bailaremos hasta el alba y más allá si queremos. El tiempo de ellos es el tiempo del reloj que marca los segundos de la muerte, el tiempo de la continuidad que dice "obedece hoy, obedece mañana". Su tiempo es la agenda de su plan para la destrucción de la humanidad.

Nuestra música, nuestro baile. Esta es nuestra música, este es nuestro baile. No suyo, nuestro. Ellos no tienen música, la única música que conocen es la música que ponen fuerte para ahogar los gritos de las personas que están torturando en Guantánamo y los campos de concentración en todo el mundo. El único baile que conocen es la marcha de sus soldados que pisotean el mundo.

Nuestro lugar, nuestro tiempo, nuestra música, nuestro baile. Somos el centro del mundo.

Es importante tener esto presente. Sobre todo en estos tiempos miserables. Sobre todo cuando ellos han lanzado la cuarta guerra mundial contra nosotras, la guerra de todos los Estados contra toda la gente. Sobre todo cuando el capital está festejando sus orgías. Sobre todo cuando la represión violenta de todos los que queremos crear otro mundo ha llegado a ser la práctica rutinaria de todos los Estados. Nos quieren subordinar. Convertirnos en robots sin mente. Hacernos como ellos.

Quieren que seamos como ellos. ¡Imagínense, ser como ellos, pedazos malolientes de inhumanidad! La sola idea da ganas de vomitar. Eso es la última cosa en el mundo que queremos. Por todos los medios posibles, por brutalidad, seducción, soborno, intentan hacer que nosotros seamos como ellos, que actuemos como ellos. Este es el enemigo real: no ellos, sino ser como ellos. ¡Cuántas revoluciones han terminado así, con los líderes revolucionarios convirtiéndose en nuevos gobernantes! ¡Cuántas movimientos revolucionarios se han quedado atorados en el sinsentido violento de un ejército confrontado con otro, con toda idea de emancipación olvidada desde hace mucho! Si llegamos a ser como ellos, ya perdimos.

La asimetría, entonces, es la clave de nuestra lucha. Ninguna simetría. Sobre todo, ninguna simetría. Nuestra arma es que no actuamos como ellos, que no hablamos como ellos, que no nos parecemos a ellos, que no somos comprensibles para ellos.

Contra sus bardas y vallas ponemos nuestro espacio sin fronteras. Contra su reloj, nuestro tiempo de intensidad y relajamiento. Contra el ruido de su vacuidad, nuestra música. Contra su marcha, nuestro baile.

Contra su jerarquía, nuestra horizontalidad. Contra su Estado, nuestras asambleas. Contra su democracia representativa, nuestra autodeterminación. Contra sus instituciones, nuestro organizar. Contra la brutalidad de su violencia, la creatividad de nuestra autodefensa arraigada en el apoyo popular. Contra su policía, nuestros payasos (¿... o?).

Contra su autosatisfacción, nuestra rabia. Contra su muerte, nuestra vida. Contra su dinero, nuestra dignidad. Contra su destrucción, nuestra creación. Contra su trabajo, nuestro hacer.

Contra su dimorfismo sexual, nuestra perversidad polimorfa. Contra sus definiciones, nuestro desbordar. Contra su prosa, nuestra poesía. Contra sus sustantivos, nuestros verbos. Contra su pomposidad, nuestra risa. Contra su arrogancia, nuestra conciencia de que ellos dependen de nosotras. Contra su permanencia, nuestra comprensión de que nosotras los hacemos y que si no los hacemos mañana no van a existir mañana. Contra su mando, nuestra insubordinación. Contra su control, nuestro mundo que no pueden controlar, que nunca podrán controlar.

Nuestro lugar, nuestro tiempo, nuestra música, nuestro baile. En este momento nosotras somos el centro del mundo. ¡Disfrutémoslo!

*Discurso pronunciado en un concierto en Rostock el 3 de junio, en el contexto de las protestas contra el G8

domingo, 1 de julio de 2007

la realidad supera la ficción - pacto de muerte kiliwa y "la mujer habitada"

comp@s,

ya en alguna otra ocasión le escribí sobre el libro que estoy leyendo, la mujer habitada de Gioconda Belli (publicado por Seix Barral).

Cientos de veces hemos escuchado ese lugar común que dice la realidad supera la ficción.

Va el fin de la historia de los kiliwas de baja california y un fragmento del libro de la belli. Ambos textos están unidos por la decisión de un pueblo por dejar de parirse, de reproducirse de nacerse.
Realidad y ficción. La historia se repite.

¿y nosotros lo seguiremos permitiendo?

---------------------------------
--------------------------------------------
realidad:

El Exterminio de los Pueblos por Nancy Flores (http://www.voltairenet.org/article144119.html)
----
Valle de Mexicali, B.C. Las mujeres kiliwa jamás volverán a parir un indígena. En silencio y con su dolor de kiliwa han firmado un pacto de muerte para cancelar, en definitiva, el sufrimiento que se hereda a través de la lengua, del color de la piel, del vestido, de la tradición, de la cultura.

De este pueblo aún sobreviven 54 personas, la mayoría expulsadas de la tierra donde descansan sus ancestros y a la cual ruegan volver, sin que hasta ahora las autoridades federales se preocupen siquiera por atender la solicitud: única garantía de supervivencia.

Los kiliwas van muriendo en silencio: su desaparición se oculta en la ley que, se supone, los “protege”; en el programa que “garantiza su desarrollo”, y en el proyecto que “beneficia a sus comunidades”.

Y es que el objetivo real del Programa de Certificación de Derechos Ejidales y Titulación de Solares, de la Ley Indígena, del proyecto presidencial Mar de Cortés -antes Escalera Náutica- la conservación del medio ambiente, o como quiera que se nombre el despojo institucionalizado, es el exterminio de todos los pueblos originarios de México y el apropiamiento ilegítimo de su territorio y sus recursos naturales, seguramente ofertados a inversionistas estadunidenses.

Esa sentencia de muerte se hizo acuerdo común de las ocho familias kiliwa, cansadas de malvivir, como de por sí apenas existen los indígenas en este país.

“Sí, es cierto. Hemos tomado decisiones muy fuertes”, confirma Elías Espinosa, padre de la que quizá sea la última niña kiliwa. “Es que uno se cansa de estar luchando aquí y allá, de que nadie nos escuche y a nadie le importemos. Ya no tenemos suficientes recursos (económicos) para luchar por nuestra gente”, dice el hombre.

Sobre los motivos que los llevan a pactar su muerte, Elías dice: “no tengo palabras para explicar esta desesperación. Las decisiones se toman porque nadie nos escucha y porque, por culpa de los blancos, nos estamos enfrentando entre nosotros mismos”.

El indígena explica que la kiliwa es una de las comunidades más antiguas de Baja California, estado gobernado por el panista Eugenio Elorduy, donde hasta hace no mucho tiempo se desconocía a los pueblos indígenas originarios como habitantes de la entidad.

De los 54 kiliwas, sólo cinco hablan su lengua (EN LA FOTO APARECEN LOS ÚLTIMOS CINCO HABLANTES DE LENGUA KILIWA). “Hemos tratado de sacar las cosas adelante, de rescatar la lengua y la cultura, pero en la comunidad no existen fuentes de trabajo suficientes y tampoco hay servicios básicos que debemos de tener como seres humanos. Entonces, qué es lo que pasa con nosotros, que yo, como padre de familia, tengo que buscarle escuela a mis hijos para que estudien, y desde ahí empieza todo: en lugar de estar al pendiente de nuestros hijos y de la cultura, de la lengua y las tradiciones, estamos peleando en contra del gobierno para que nos ayude a tener una escuela, un dispensario médico. No es justo para nosotros, somos indígenas y somos seres humanos”, dice.

La comunidad kiliwa se asienta en el valle de la Trinidad, localizado entre las sierras de San Miguel, San Pedro Mártir y el desierto de San Felipe, en el municipio de Ensenada, a 25 kilómetros del poblado más cercano. Se integra por ocho familias, de las cuales la persona más grande supera los 90 años y la única niña, hija de Elías Espinosa, tiene cinco.

De acuerdo con el indígena, quien recién hizo un árbol genealógico de y para los kiliwas, este pueblo -que sobrevive del corte de palmilla, recurso natural muy codiciado por grandes empresas- tiene parentesco con los pai-pai y con los kumiai.

Tras conocer esta tragedia humana en una reunión privada con indígenas cucapás y kiliwas, ocurrida en el pueblo de El Mayor, Mexicali, el subcomandante insurgente Marcos -del Ejército Zapatista de Liberación Nacional- resume la problemática: “a menos de una hora de aquí, hay una comunidad indígena que va a ser aniquilada en poco tiempo.

“Son los únicos que quedan en el mundo. De esos 54, cinco hablan kiliwa, los demás ya no. Y según esto, el pacto de muerte es que las mujeres acordaron no parir más kiliwas. Y que el pueblo desaparezca con el último kiliwa que hay ahorita.”

Añade “que tomaron esa decisión porque es su forma de protestar contra los despojos de tierra que está haciendo ese gobernador. […] Nosotros hacemos trabajo en comunidades indígenas zapatistas en la otra esquina. Y yo en lo particular sé que cuando un pueblo indio dice que va a hacer algo, lo va a hacer. Y si el pueblo kiliwa decidió ese pacto de muerte, lo va a hacer”.

El delegado Zero pregunta a los adherentes de La Otra Campaña en Mexicali: “¿saben desde cuándo viven ahí? Hace nueve mil años”. Pero hace nueve mil años no había capitalismo que los despojara de sus tierras y recursos naturales, de su tradición.

Sin condiciones que mejoren su vida, esta tribu visitará dentro de no mucho tiempo a su deidad principal, Meltí Ipa Jalá o dios coyote -gente luna-, padre de todas las cosas y al mismo tiempo personificación de la muerte: según la cultura kiliwa, Meltí Ipa Jalá habita en “la casa de la muerte”.

La impotencia de atestiguar y narrar la extinción de su pueblo desencaja el duro rostro de Elías, un hombre alto, moreno y con mirada severa, que de cuando en cuando parece llenarse de lágrimas que no alcanzan a escapar. “No sé qué es lo que va a pasar con mi tribu”, resume.

----------------------
ficción:

Tomado de La Mujer Habitada de Gioconda Belli.

Nos negamos a parir.

Después de meses de recios combates, uno tras otro morían los guerreros. Vimos nuestras aldeas arrasadas, nuestras tierras entregadas a nuevos dueños, nuestra gente obligada a trabajar como esclava para los encomenderos. Vimos a los jóvenes púberes separados de sus madres, enviados a trabajos forzados, o a los barcos desde donde nunca regresaban. A los guerreros capturados se los sometía a los más crueles suplicios: los despedazaban los perros o morían descuartizados por los caballos.
Desertaban hombres de nuestros campamentos. Sigilosos desaparecían en la oscuridad, resignados para siempre a la suerte de los esclavos.
Los españoles quemaron nuestros templos, hicieron hogueras gigantescas donde ardieron los códices sagrados de nuestra historia: una red de agujeros era nuestra herencia.
Tuvimos que retirarnos a las tierras profundas, altas y selváticas del norte, a las cuevas en las faldas de los volcanes. Allí recorríamos las comarcas buscando hombres que quisieran luchar, preparábamos lanzas, fabricábamos arcos y flechas, recuperábamos fuerzas para lanzarnos de nuevo al combate.
Yo recibí noticias de las mujeres de Taguzgalpa. Habían decidido no acostarse más con sus hombres. No querían parirle esclavos a los españoles.
Aquella noche era de luna llena. Noche de concebir. Lo sentí en el ardor de mi vientre, en la suavidad de mi piel, en el deseo profundo de Yarince.
Regresó de la caza con una iguana grande, color de hojas secas. El fuego estaba encendido y la cueva iluminada de rojos resplandores. Se acercó después de comer. Acarició el costado de mi cadera. Vi sus ojos encendidos en los que se reflejan las llamas de la hoguera.
Quité su mano de mi costado y me resbalé más lejos, hacia el fondo de la cueva. Yarince vino hacia mí creyendo que se trataba de un juego para excitar más su deseo. Me besó sabiendo cómo sus besos eran pulque jugoso en mis labios; me emborrachaban.
Lo besé. En mí surgían imágenes, agua de los estanques, tiernas escenas, sueños de más de una noche: un niño guerrero, rebelde, inclaudicable, que nos prolongara, que se pareciera a los dos, que fuera un injerto de los dos cargando las más dulces miradas de ambos.
Me aparté antes de que sus labios me vencieran.
Dije: "No, Yarince, no". Y luego dije "no" de nuevo y dije lo de las mujeres de Taguzgalpa, de mi tribu: no queríamos hijos para las encomiendas, hijos para las construcciones, para los barcos; hijos para morir despedazados por los perros si eran valientes y guerreros.
Me miró con ojos enloquecidos. Retrocedió. Me miró y fue saliendo de la cueva, mirándome cual si hubiese visto una aparición terrible. Luego corrió hacia fuera y hubo silencio. Sólo se escuchaba el crepitar de las ramas en la hoguera, muriéndose encendidas.
Más tarde escuché los aullidos de lobo de mi hombre.
Y más tarde aún regresó arañado de espinas.
Esa noche lloramos abrazados, conteniendo el deseo de nuestros cuerpos, envueltos en un pesado rebozo de tristeza. Nos negamos la vida, la prolongación, la germinación de las semillas. ¡Cómo me duele la tierra de las raíces sólo de recordarlo!

No sé si llueve o lloro.

------------


Van también unos links para informarse sobre la situación y decisión de muerte de los kiliwas.

Audio del jefe kiliwa informando el pacto de muerte

Tragedia cultural: inminente extinción de la lengua kiliwa

El ocaso kiliwa

Los kiliwas, en BC, pueblo y lengua en peligro de muerte

Firman kiliwas pacto etnocida ante el desamparo del gobierno panista

Mexicali, Baja California Norte Reunión con Cucapás y kiliwas

El exterminio de los pueblos


....espacio para no olvidar ....

.... la memoria es, ya, una esperanza....

... Memorial de Agravios... para muestra, basta un espejo...

... civiles asesinados durante la guerra en irak ...

... por ustedes rebeldes, rebeldes seremos...

... por ustedes rebeldes, rebeldes seremos...
Foto de Pedro Valtierra