… crucé la calle… uno, dos, cinco… siete peseros pasaron pero ninguno me acercaba a donde yo iba… hay que darle un poco de aire a la desesperación, así que espere unos segundos más y un destartalado vocho rojo subía a jalones por vasco de quiroga… la luz roja deletreaba L-B-R-E… hice la parada al taxi pirata… subo… en la puerta del copiloto estaban pegados los pósters de exfiguras del américa… en el techo, un parche de Ramstein… junto al tablero una imagen de Iron Maiden… el escudo del américa en la palanca de velocidades… ¿el olor? El olor no era del característico aromatizante de coco mezclado con tabaco que abundan en los taxis de la ciudad… olía… olía a marihuana y alcohol… - a Cuajimalpa le cobro sesenta (arrrassstrando las essssesssss), mi broder… - ‘ta chingón, amigo… - ¿mi broder, también estás feliz porque perdieron las chivas y los albañiles? –sí, mi amigo, pero yo no soy americanista, soy puma. –uy, ya decía yo… recibí lección de la historia del américa que ‘yo no me chupo el dedo, mi broder, hace más de veinte años que este equipo es una chingadera’… de pasión del aficionado ‘yo, broder, le soy más fiel (se toca el corazón y señala uno de los, por lo menos, seis escudos del américa que adornan su taxi como si fueran esferas en los árboles de navidad) que a mi mujercita querida que aquí (acaricia una foto pegada en el espejo retrovisor) me acompaña todos los días…
Platicar con los taxistas ha sido muy divertido estos últimos días…
Días antes, abordé otro taxi… un joven de 19 años, look de reguetonero, ceja depilada, camiseta blanca sin mangas… -No, don, en estos días hay que cuidarse. Estuve a punto de no subirlo. Hace unos días me asaltaron y me fueron a botar allá por la merced. Estaba ya pagando mi carrito para trabajar. Le acababa de comprar estéreo. Qué feo se siente, don. – Sí, a mi me agrarraron allí, justo allí donde está más obscuro. La verdad es que me agarraron pendejeando. Y no te creas, yo tampoco andaba seguro de subirme. Así como de tu edad fueron los chamacos 'jos de la chingada que me agarraron. Tú te la juegas, pero yo también. –Sale don, servido. –Gracias, quédate el vuelto, que haya mucho trabajo, mi amigo…
Miles de historias enarbolan esta ciudad…
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