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Editorial
para Zigma en la Política del 04 de diciembre de 2013
Pablo
Reyna Esteves (@preynae)
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Se ha cumplido ya el
primer año de gobierno de Enrique Peña Nieto como presidente de México, además
estamos a unas semanas de finalizar el 2013, por lo que un balance de lo
sucedido en el país es necesario.
Para no perder la
costumbre, diciembre nos recibe con murallas y policías alrededor de las sedes
del poder legislativo de la nación. No hay mejor imagen para resumir el 2013.
Un año donde el gobierno y los partidos políticos han concentrado en sus
cúpulas el poder para impulsar reformas largamente postergadas, reformas cuyas
consecuencias y alcances han movilizado la protesta y resistencia de miles de
profesores, trabajadores del campo, indígenas, estudiantes, defensores de
derechos humanos, contribuyentes y la ciudadanía que rechaza la privatización de
los recursos energéticos del país.
Y es que estábamos mal
acostumbrados por los 12 años de gobierno ausente, indolente e inoperante
encabezado por los blanquiazules. Los tricolores, supieron cómo hacerlo, y
pactando por México con las cúpulas perredistas y panistas, planchando reformas
en lo oscurito y con mínimo o nulo debate, lograron impulsar las reformas en
telecomunicaciones, educación, en
materia fiscal y, en estos momentos, están por aprobar la reforma política y
por iniciar la dictaminación de la reforma energética. Y de eso se trata la
política, dirán algunos, de negociar y acordar lo necesario para que el país se
mueva. Hace unos días, Peña declaró que este año de su gobierno es el de las
reformas; el siguiente será el de su implementación. ¿Pero son estas, por los
modos en que se pactaron y acordaron, las reformas que México necesita? Si las
juzgamos por la movilización y resistencia ciudadana, definitivamente no lo
son.
En términos económicos,
el año ha sido, por lo menos, decepcionante. Las infladas expectativas del
Mexican Moment y de crecimiento del 4% se redujeron a un mísero 1.2% del PIB.
El gobierno frenó el gasto público y desaceleró la economía.
La violencia sigue. La
estrategia peñista en la guerra por el control de los territorios y el mercado
de la droga es idéntica a la calderonista, pero sin el estruendo mediático.
Hemos dejado de llamar guerra a un conflicto que genera 17 mil homicidios en un
año. ¡Diecisiete mil! Michoacán y Tamaulipas son, por decirlo de una manera
amable, estados fallidos. Human Rights Watch ha declarado que el gobierno de
México no tiene un plan para combatir la inseguridad en el país Y el cambio de
estridencia mediática ha tenido resultados, ¿o cómo explicamos la falta de
indignación ciudadana por las decenas de cuerpos que siguen apareciendo en las
fosas clandestinas de La Barca, allí, en ese territorio entre Michoacán y
Jalisco?
En lo social, las
policías comunitarias y autodefensas han mostrado el grado de desesperación de
decenas de comunidades y municipios en Michoacán, Guerrero, Puebla y otros
estados del país. Amnistía Internacional ha declarado que éste ha sido un año
perdido para los derechos humanos en México. Eso sí, no dejemos de celebrar la
libertad del profesor Alberto Patishtan conseguida después de 13 años, por la
lucha que el propio profe y su familia, su pueblo y diversas organizaciones de
derechos humanos y de la sociedad civil encabezaron.
Y sí, pues, apenas
empieza diciembre y al año aún le queda algo de cuerda. Cuerda que está
corriendo en estos momentos en el legislativo para la aprobación de la reforma
político electoral. Una reforma que vislumbra más concentración de poder en los
partidos políticos, que avalaran la reelección de legisladores y presidentes
municipales, pero nada de la revocación de mandato, la rendición de cuentas y
las consultas ciudadanas. También se prevén cambios en el Código Federal de
Procedimientos Penales que permitirán al gobierno espiar las comunicaciones de
sus ciudadanos y restringirán la libertad en internet. Además, López Obrador ha
sufrido un infarto, justo cuando la Reforma Energética está por ser aprobada
detrás de las murallas.
Sirva este texto como un
somero repaso de lo que es y ha sido este 2013… y, pues, que el 2014 nos agarre
confesados…
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