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A Michoacán, con un grano de sal
Editorial
para Zigma en la Política del 19 de marzo de 2014
Pablo
Reyna Esteves (@preynae)
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A
Michoacán hay que entrarle con un grano de sal. Hay que respirar profundo antes de tratar de entender
lo que sucede allá. Día con día nos encontramos con más y más información, más
rumores, más análisis, más de todo. Este vértigo que nos atrae se empeña en
cambiar súbitamente y en contradecir lo que apenas hace unas horas pensábamos
que sucedía.
En
cuestión de días, los justicieros comunitarios, esos hombres honorables que
hartos de las extorsiones de los malos decidieron armarse y defenderse;
aquellos a quienes el gobierno federal apapachó, protegió, se fotografió y usó
como sistema de inteligencia y carne de cañón; aquellos, hoy son exhibidos como
criminales, con antecedentes en el tráfico de drogas y demás ilegalidades.
Hace
apenas unas semanas, con la espalda cubierta por el ejército, las autodefensas
rodearon el territorio controlado por los Templarios, esa empresa delictuosa con
negocios en la producción de metanfetaminas, el comercio de cocaína, el cultivo de marihuana, la extracción de
hierro, la tala de árboles, la industria inmobiliaria… y un largo etcétera que
podría llegar hasta el tráfico de órganos… Pero hoy, los paramilitares –eufemísticamente llamados
autodefensas- parece que pierden su lugar en la foto y la interlocución
privilegiada con el gobierno. ¿Por qué en este momento? ¿Será que ya hicieron
el trabajo sucio? ¿Será porque con la segunda muerte de El Chayo y la captura
del Chapo el gobierno ya eligió en el cartel Jalisco Nueva Generación a su
administrador sexenal del negocio de la criminalidad organizada?
Si
no cooperan, cuello, parece ser el nuevo mensaje del gobierno a las
autodefensas. Si no se desarman vayan haciendo sus maletas para acompañar a
Hipólito Mora en el penal de Mil Cumbres. Si no se disciplinan, nadie, ni los partidos
políticos, los querrán como candidatos a diputados, alcaldes y, por qué no, a
gobernador para las elecciones del 2015 en el estado de Michoacán.
Sí,
a Michoacán hay que entrarle con prudencia, pero también con un mapa en la
mano. Su localización geográfica y el puerto de Lázaro Cárdenas, con el impulso
de la Alianza Transpacífica, son demasiado relevantes geopolíticamente. Este puerto
es fundamental en la interconexión del comercio legal e ilegal, enlazando el
Pacífico con América del Norte. El desplazamiento de población ocasionado por
esta guerra irregular entre paramilitares y narcos podría evitar resistencias
sociales y comunitarias frente a los planes de explotación minera y agroindustrial
en la región. En los negocios de esta
magnitud es difícil distinguir lo legal de lo ilegal. Recientemente nos
enteramos que Arcelor Mittal, líder mundial en la producción de acero y la
principal consumidora de gas en el país, compra hierro directamente a los
Templarios. Me niego a pensar que lo que sucede en Michoacán es solamente el
cúmulo de azares que coinciden en este tiempo y espacio. Me niego a pensar en
que el gobierno no tenga estrategia para Michoacán. Al contrario, creo que todo
esto sucede siguiendo los guiones ya puestos en marcha en Colombia. ¿No será
que en Michoacán estamos presenciando un laboratorio donde el control
territorial, el desmembramiento social y ausencia de estado abonen a las reformas
neoliberales en materia energética, minera y del campo para beneficio económico
de unas cuantas empresas legales e ilegales?