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Presos
políticos y la dominación de espectro completo
Editorial
para Zigma en la Política del 9 de julio de 2014
Pablo
Reyna Esteves (@preynae)
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Diversos académicos y miembros de
organizaciones sociales han descrito la situación actual de México como la de
un país en un estado de guerra permanente[1]
o guerra infinita[2]. Ana Esther Ceceña,
investigadora del Instituto de Investigaciones Económicas de la UNAM, en un
reciente ensayo titulado Los golpes de
espectro completo, caracteriza esta guerra como un conflicto interno
prolongado que “da paso al saqueo, estimula una variedad de negocios (armas,
drogas, alimentos, trata de personas, mercenarismo y muchos otros) y permite un
control no legitimado sobre las poblaciones porque se ejerce en condiciones de
excepción.”[3] La guerra permanente tiene
por objetivo la apropiación de los bienes comunes en beneficio de intereses
privados, dejando a su paso sociedades rotas, incapaces de resistir por
periodos prolongados. Las características de esta dominación de espectro completo, desarrolla Ceceña, son la
simultaneidad, la impunidad y el avasallamiento.
La simultaneidad tiene por objetivo desgastar todos los ámbitos de la
vida social a través de múltiples mecanismos aplicados al mismo tiempo. Esto genera
en la sociedad tanto desconcierto como respuestas fragmentadas y desorganizadas.
El tsunami de reformas estructurales impulsadas cupularmente en México tiene
que ser entendido en esta lógica. En meses recientes las reformas laboral,
fiscal, educativa, energética y de telecomunicaciones han arrebatado derechos
sociales y limitado los márgenes de maniobra de la sociedad.
La imperante impunidad en México invalida los referentes de justicia a través de
la ostentación de comportamientos ilegales, hasta que ya no es posible
distinguir entre el estado de derecho y el crimen, generando –objetiva y
subjetivamente- un estado de indefensión de la sociedad frente al triunvirato
del estado, narco y empresas trasnacionales.
A través del avasallamiento, tercer elemento desarrollado por Ceceña, se busca ampliar la dominación a través del
uso de fuerza desproporcionada y arrasadora frente a todas aquellas personas o
colectivos, por muy pequeños que sean, que puedan resistir las políticas de
estado y de intereses del mercado. En México se ha normalizado el despliegue
del ejército, la marina y paramilitares no sólo en los territorios disputados a
la delincuencia organizada, sino también en aquellos territorios estratégicos
para el capital trasnacional. Los
pueblos, organizaciones, comunidades y personas que se organizan y resisten
para evitar el despojo de sus ámbitos de vida son el objeto de la violencia avasalladora,
reforzada, también, por la criminalización de la protesta, las detenciones
arbitrarias, agresiones físicas e incluso la muerte violenta de líderes
sociales y defensores de los derechos humanos.
Son decenas de defensores
comunitarios que han sido apresados en los últimos meses tanto en Michoacán
como en Puebla, Morelos y Guerrero. Para muestra baste nombrar a José Manuel
Mireles de Michoacán; Enedina Rosas Vélez, Juan Carlos Flores Solís y Abraham
Cordero Calderón presos políticos en Puebla por defender la voluntad de sus
pueblos frente al Proyecto Integral Morelos; en Guerrero son emblemáticas las
detenciones de Nestora Salgado, líder comunitaria de Olinalá, y Marco Antonio
Suástegui, vocero y líder histórico del Consejo de Ejidos y Comunidades
Opositoras a la Presa la Parota.
Sirva, pues, esta editorial para exigir
libertad de todas y todos aquellos presos políticos por defender sus
territorios y ámbitos de vida.
[1] Zibechi, Raúl, (2014) “Defendernos
colectiva y comunitariamente”, La
Jornada, 18 de abril de 2014. Disponible en línea: http://www.jornada.unam.mx/2014/04/18/opinion/036a1pol
[2] Ceceña, Ana Esther, (2014) “Los
golpes de espectro completo”, en ALAI
América Latina en Movimiento,mayo de 2014. Disponible en línea: http://alainet.org/active/73900
[3] Idem