Y lo que sigue es mi respuesta.
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…A ver qué sale…
Advierto que estos
comentarios ya no son los de un profesor a su estudiante, son los de alguien
que bebió su café mientras leía estas líneas…
He leído tres o cuatro
veces tu texto. En amarillo marqué frases, imágenes, destellos iluminadores y
estremecedores. De verdad, tu manera de contar historias, de construir relatos
me emociona, me conmueve.
La ‘M’ mayúscula del
nombre propio de aquella mujeres que algunos llamarían niñas… Como si fueran
cifras, como contamos las mentiras del gobierno… las porciones de pavo que
nadie come en la reunión de fin de año… contar historias nos mantiene a todos
más humanos, pero ¿qué historias contar?
¿qué historias contar?
¿qué historias contar?
¿qué historias contar?
¿qué historias contar
para contener la hemorragia?
La caudalosa hemorragia
que nos arrastra a todas, a todos…
¿qué historias contar?
¿qué caminos andar? ¿qué manos estrechar? ¿qué lágrimas consolar? ¿qué sonrisas
provocar? ¿qué historias contar?
Yo, en lo personal, ando
en tiempo de cambio. Los vientos toman direcciones caprichosas. Al sur dicen
unos… Al norte de este sur resoplan otros… Juárez se me anda apareciendo en lo
que leo, en lo que escucho, en lo que no sé, en lo que quisiera aprender…
Juárez se me anda presentando como una llamada, una vocación… Juárez me anda
invitando a conocerlo, a caminarlo, a saludar a sus muertos, a buscar a sus
desaparecidos, a sonreír, con sus huérfanos… a beber de esa hemorragia… a
buscar detenerla…
Lo cierto es que no sé si
tengo la piel gruesa como para hacerlo… lo cierto es que Juárez y el barrio y
la Tarahumara y el sur y la construcción de la paz son y serán mis motivos de
vida, de sueños y de trabajo…
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