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Patishtan libre
Editorial para Zigma en la Política, 6 de noviembre de 2013.
@preynae
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¿Qué significa la libertad?,
se preguntó Alberto Patishtan, preso injustamente por 13 años, ¡13 largos años!,
el día en que él, su familia, su pueblo El Bosque y todas y todos quienes nos
solidarizamos con él, recuperamos su libertad, nuestra libertad absoluta.
Libre por la limpieza de
su conciencia. Desde el primer día, en aquel junio del año 2000, Alberto
siempre argumentó su inocencia frente a las acusaciones, con claro tinte
político, de haber participado en una emboscada contra policías en un camino de
terracería en el municipio de El Bosque en Chiapas. Cito al profesor: “Desde un
principio la libertad lo sentí, desde el primer día que llegué a la cárcel estoy
libre. Y me he sentido libre siempre.”
¿Quién es Alberto
Patishtan? Luchador y maestro. Un hombre con esa templanza que acuerpan los
pueblos indígenas de México y el mundo. Patishtan, ha dicho él mismo, que es
una persona que, aunque está perdiendo la vista por su enfermedad, no ve tanto
por los ojos, pero sí, con mucha más claridad por el corazón. Casi un Gandhi
por su discurso no violento y su espiritualidad, escribió la periodista Blanche
Petrich. Es un símbolo de lo que falta por hacer. Porque, de nuevo, en sus
palabras, “mientras el problema no se acabe, menos nosotros”.
Y es que el problema no
se ha acabado. La libertad de Alberto Patishtan, lograda por trece años de
lucha, a través de un indulto que reconoce que el estado mexicano violó sus
derechos humanos es el ejemplo paradigmático de que el poder judicial en México
no es una institución de justicia. Esa es una de las grandes tragedias de
nuestro país, los miles de inocentes, los miles de Patishtanes que padecen la
prisión por un sistema de justicia podrido.
Y allí, en prisión,
Alberto Patishtan fue de todo: maestro, doctor, abogado, psicólogo, sacerdote.
Acompañando a cientos de presos, escuchándolos, alzando la voz, sonriendo –
porque un día sin sonreír es un día perdido-, aguantando 21 días de huelga de
hambre, formando pueblos, comunidades dentro de la prisión, consiguió, en
colectivo, la libertad de 108 personas injustamente presos. Él es el 109. Pero
faltan. Preso sigue su compañero de la Voz del Amate, Alejandro Sántiz,
sentenciado a 30 años de prisión por un crimen que no cometió. Sin duda, la
libertad de Alberto nos hace un poco más libres a todas y todos. Más libres para
seguir construyendo justicia en este país, nuestro México.
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