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Llamamos a todos y a todas no a soñar, sino a algo más simple y definitivo, los llamamos a despertar. - Sup Marcos (1/enero/1999)

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“Porque en el fondo, uno ama al mundo a partir de la certeza que este mundo, triste mundo convertido en campo de concentración, contiene otro mundo posible. O sea, que el horror está embarazado de maravilla.” -Eduardo Galeano

miércoles, 23 de abril de 2014

La crisis educativa es política de estado.

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Algunas notas sueltas sobre Educación
Editorial Zigma en la Política, 23 de abril de 2014.
Pablo Reyna Esteves (twt: @preynae)
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Hemos escuchado hasta el cansancio, que la educación ha sido, es y será la mejor arma para la de transformación de la sociedad, que a través de ella construiremos sociedades más justas, equitativas, sustentables, dignas, democráticas para todas y todos los que somos y seremos. Que a través de la educación formaremos a esas niñas, niños y jóvenes que serán los arquitectos del futuro digno del cuerno de la abundancia que es México. Hemos leído y likeado en facebook tantas tantas citas inspiradoras que podríamos irnos a dormir tranquilos esperando el sueño de los justos.

Pero la realidad es que la educación, el sistema educativo mexicano, ese campo de batalla, está en una profunda crisis. La educación no cumple con sus funciones sociales: no sólo no prepara a la gente para la vida y para el trabajo, sino que, además, es fuente de exclusión e injusticia. Año con año las cifras muestran que la escuela profundiza la desigualdad social.

Para muestra, un censo. Por fin, sabemos cuántas escuelas hay en México. Por fin sabemos que el 10% no tienen pizarrón, que el 15% no tienen sillas para los alumnos, que una cuarta parte no tienen agua potable, 2 terceras partes tienen acceso a internet… También sabemos ya cuántos profesores asisten o no a sus aulas. Aunque nos hagamos patos, sabemos también que más de 7 millones de jóvenes mexicanos no pueden ejercer sus derechos a la educación y al trabajo.

¿Y los responsables de esta tragedia quiénes son? Los noticieros televisivos, voceros de las cúpulas, no dudan en señalar a los profesores. Se indignan cuando protestan en defensa de sus derechos y por visibilizar que sus hombros cargan las consecuencias de los beneficios de otros. 

Desde mi perspectiva, la crisis educativa no es casualidad, sino política de estado.

Las más recientes décadas se han caracterizado porque el estado mexicano ha abandonado su carácter social en privilegio del capital, donde ser ciudadanos es sinónimo de ser consumidor. Y la educación, entonces, es un medio para alcanzar este fin. Allí habría que buscar a los responsables, a quienes se benefician de masas corporativizadas útiles el día de la elección, quienes se benefician de que los jóvenes sin opciones emigren al norte o vendan su trabajo y su cuerpo en maquiladoras.

Y el reto es mayúsculo y profundamente político. Transformar la educación pasa por transformar la sociedad. ¿Cómo hacerlo? No sé, pero tal vez podamos aprender algunas de las lecciones que los jóvenes del mundo nos están dando en las redes y en las calles. Los jóvenes, ante el desastre, se van reconstruyendo como sujetos colectivos y políticos, que demandan y ejercen sus derechos, en pos de construir alternativas.




miércoles, 2 de abril de 2014

Papa Francisco, un paraguas

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Papa Francisco, un paraguas
Editorial para Zigma en la Política del 2 de abril de 2014
Pablo Reyna Esteves (@preynae)
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Hasta hace un año me parecía inimaginable que desde esa iglesia anquilosada surgiera humo blanco que entusiasmara al mundo. Sumida en una crisis que abarca desde sus cúpulas imperiales hasta la parroquia de la esquina, la institución iglesia ha empeñado su capital moral en intrigas, luchas de poder, corrupción, silencio cómplice, escándalos de pederastía y lavado de dinero… y se ha resguardado en sus palacios, sus cúpulas, sus dogmas medievales.
Desde allá, donde los lobos visten de púrpura, Francisco ha despertado, por lo menos, asombro y entusiasmo. Con un impecable manejo de la imagen y el lenguaje, Francisco ha sorprendido despojándose de símbolos de opulencia, ha hecho incapie en su humanidad y en su ser pecador. Ha recuperado para la iglesia un mensaje de humildad, sencillez y pobreza. De habla franca y valiente ha interpretado la crisis actual como resultado del capitalismo salvaje, de la idolatría del dinero. Ha llamado a los jóvenes indignados a salir a las calles y armar lío. Ha, también, esbozado algunas reformas de fondo en la institución: aquellas que procuran la transparencia financiera y convocó a una comisión de 8 cardenales de todo el mundo para reformar la curia.
Y aunque parezca insuficiente, lo dicho y hecho por Francisco en este primer año desde que asumió su cargo ya ha generado preocupación en la poderosa derecha católica. Su cercanía discursiva con lo planteado en el Concilio Vaticano II choca de frente con el poder que han cultivado obispos con psicología de príncipes. Esos obispos que en México disfrutan tanto de compartir mesa y vino con el gobierno y los poderes económicos y que son omisos ante fenómenos como la violencia, la migración, las desigualdades.
Pero un hombre, aunque se llame Francisco, no es iglesia. No. Las grandes transformaciones necesarias para nuestra época no vendrán desde arriba, desde Roma. Esa Roma, que detrás de la fachada, se está viniendo abajo. Si acaso, Francisco es un paraguas. Un escudo para que iniciativas desde abajo puedan respirar y transformar, poco a poco, esta iglesia en tensión entre su misión y su institución. A las bases, las parroquias les corresponden los grandes cambios, las grandes revoluciones, las que permitan el diálogo franco y profundo con la cultura contemporánea, desde los movimientos sociales que encuentran su radicalidad en la interculturalidad, la diversidad sexual, la equidad de género, el diálogo interreligioso y los derechos humanos.

....espacio para no olvidar ....

.... la memoria es, ya, una esperanza....

... Memorial de Agravios... para muestra, basta un espejo...

... civiles asesinados durante la guerra en irak ...

... por ustedes rebeldes, rebeldes seremos...

... por ustedes rebeldes, rebeldes seremos...
Foto de Pedro Valtierra