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Llamamos a todos y a todas no a soñar, sino a algo más simple y definitivo, los llamamos a despertar. - Sup Marcos (1/enero/1999)

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“Porque en el fondo, uno ama al mundo a partir de la certeza que este mundo, triste mundo convertido en campo de concentración, contiene otro mundo posible. O sea, que el horror está embarazado de maravilla.” -Eduardo Galeano

miércoles, 25 de junio de 2014

Diversidades sexuales…

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Editorial para Zigma en la Política del 25 de junio de 2014
Pablo Reyna Esteves (@preynae)
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Tanto las declaraciones donde el senador panista José María Martínez, presidente de la nueva Comisión para la Familia y el Desarrollo Humano, afirma que los matrimonios gay son una moda, que no constituyen una familia o que no deberían de poder adoptar; así como los dimes y diretes provocados por el grito que la afición mexicana ha hecho famoso durante el mundial de futbol exhiben a la sociedad mexicana tal cual es: homofóbica, machista, misógina, discriminadora.
Sí. Este país es homofóbico, misógino, clasista, racista, violento. Las argumentaciones decimonónicas del senador Martínez y las que comparan el grito futbolero con una tradición de relajo tiran la piedra y esconden la mano. Callan frente a los feminicidios en Juárez, en el Estado de México. Voltean a otro lado frente a los crímenes de odio contra personas que reivindican sus diversidades sexogenéricas. Son parte del 40 % de mexicanas y mexicanos que no están dispuestos a vivir con una persona gay.
De mi parte, aprovecho para pensar, para pensarme. Aprovecho para aprender que mi identidad sexogenérica de hombre heterosexual no es la única y que, aunque no lo quiera ver, social e históricamente se le ha construido con privilegios sobre las mujeres, las y los homosexuales, las y los transgénero, las y los demás. Aprovecho para afirmar que mi identidad es una red compleja donde confluyen muchas líneas, entre ellas lo femenino. Que mis palabras son enunciadas y mis prácticas realizadas desde este lugar de privilegios y que, aunque no lo quiera ejerzo violencias que para mi pueden ser invisibles o insignificantes. Manifiesto que cuando veo en la calle a dos hombres besándose sigo volteando a ver, sigo sintiendo que algo en mi se trastoca, que algo en mi tiene que ser derribado y ampliado a las diversidades del mundo. Digo, también, que apenas y voy conociendo la profundidad de los feminismos incluyentes, de la amplísima gama sexo-genérica que forma parte de lo que somos como humanos.
Digo, también, que no podemos seguir cerrando los ojos frente a todo lo diferente mientras callamos ante las violencias diarias, cotidianas, pero también estructurales y culturales. Y si mi yo hombre heterosexual debe ser repensado en relación con las diversidades sexogenéricas, también deben serlo nuestras instituciones, medios de comunicación, universidades y estados. Y, tal vez sea poco, pero empecemos por vernos en el espejo que el exhibicionismo decimonónico y futbolero nos ha puesto de frente para dejar de negar nuestros privilegios, contradicciones, violencias asentadas en un sistema heteropatriarcal excluyente.


miércoles, 11 de junio de 2014

Si el hambre es violencia, la comida es arma de control.

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Si el hambre es violencia, la comida es arma de control.
Editorial para Zigma en la Política del 11 de junio de 2014
Pablo Reyna Esteves (@preynae)
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A año y medio de su lanzamiento y en el contexto del Mes de la Cruzada Nacional Contra el Hambre, el gobierno federal decidió que fuera Guachochi, un municipio de la Sierra Tarahumara, el escenario para lanzar discursos triunfalistas en relación con la política social sexenal. Mientras en un Guachochi cercado y militarizado relucían promesas como si estuviéramos de nuevo en campaña electoral, a la ciudad de México llegaba la Caravana por la Justicia en la Sierra Tarahumara, conformada por 50 gobernadores y líderes rarámuri. Ante representantes del Senado, la SCJN y el Tribunal Agrario, denunciaron las violaciones sistemáticas a sus derechos al territorio, a la consulta libre, previa e informada, además de dar testimonio de las condiciones de violencia, guerra y despojo en que viven. Sin el reconocimiento pleno de los derechos de los pueblos indígenas – sentenciaron – “ni con 100 cruzadas contra el hambre podrá mejorar nuestra situación que hoy vivimos”.
Atrás de los spots cuidadosamente producidos, los retratos del presidente dejándose abrazar por mujeres, niñas y niños en escenarios rurales y la repetición de slogans que reiteran la promesa de arrancar de condiciones de pobreza extrema y carencia alimentaria a 7.4 millones de mexicanos, la Cruzada contra el Hambre deja muchas dudas. No hay claridad de los objetivos, alcances, diseño y evaluación de la estrategia. No sabemos por qué se eligieron los municipios que se eligieron para ser atendidos, ni cómo se canalizan los recursos. Tampoco hay padrones de beneficiarios y del ejercicio presupuestal en los municipios seleccionados. Sabemos, solamente, las cifras que permiten al gobierno dar propaganda a la marca de la Campaña contra el Hambre…
Más allá de estas lagunas de información y trasparencia que despiertan serias dudas sobre la Cruzada, hay un debate de fondo. Las políticas económicas neoliberales impulsadas en México desde hace treinta años han dejado un saldo de más de 50 millones de pobres según el Coneval, una lacerante desigualdad, un magro crecimiento económico y una guerra por el control de los mercados ilegales. En los planteamientos neoliberales, la pobreza debe ser atendida con programas focalizados a disminuir los desastres que la política económica general ocasiona. Este modelo económico cuyo objetivo es la acumulación, el crecimiento y la concentración del capital no solamente genera pobres, sino que los necesita como mano de obra barata. El despojo de los modos y medios de subsistencia de millones de personas permiten que un puñado de mexicanos sea incluido año tras año en las listas de los más ricos del mundo. En este marco, la Cruzada contra el Hambre es solamente un paliativo a lo que Victor Quintana, articulista de La Jornada, ha nombrado “una verdadera cruzada por el hambre” impulsada a través de las reformas estructurales. Más tarda la Sedesol en rescatar a algunos de la pobreza extrema, cuando las políticas económicas del gobierno en turno están ya produciendo más.
Así, sí reconocemos que el empobrecimiento y el hambre de millones son una forma de violencia estructural, nos quedará claro entonces, que en México, la comida es un arma definitiva de control y “ni con 100 cruzadas contra el hambre podrá mejorar nuestra situación que hoy vivimos”.


....espacio para no olvidar ....

.... la memoria es, ya, una esperanza....

... Memorial de Agravios... para muestra, basta un espejo...

... civiles asesinados durante la guerra en irak ...

... por ustedes rebeldes, rebeldes seremos...

... por ustedes rebeldes, rebeldes seremos...
Foto de Pedro Valtierra