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Policía
verde olivo
Editorial
para Zigma en la Política del 19 de febrero de 2014
Pablo
Reyna Esteves (@preynae)
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Hoy 19 de febrero de 2014 se
conmemora el 101 aniversario de la creación del ejército mexicano. Y como es
costumbre en estas efemérides, el comandante supremo de las Fuerzas Armadas exaltó
la “lealtad institucional y el patriotismo a toda prueba” del ejército y su “aporte
comprometido para que el país siga avanzando por la ruta de la libertad, la paz
y la democracia.”
Esa grandilocuencia para
celebrar a la institución que hace 8 años, al inicio de esta guerra por el
control del mercado y trasiego de drogas, fue transformada al vapor en policía verde
olivo contrasta con lo que ayer mismo, Salil Shetty, secretario general de
Amnistía Internacional, expresó como uno de los retos de México en materia de
derechos humanos. Señaló que los
miembros del ejército y la marina siguen cometiendo graves violaciones a los
derechos humanos: tortura, ejecuciones extrajudiciales y desapariciones
forzadas. Además llamó a delimitar el fuero castrense para que los delitos y
violaciones de los derechos humanos cometidos por miembros del ejército sean
juzgados en tribunales civiles.
Amnistía Internacional no ha
sido la única que ha puesto el dedo en esta llaga. Una de las principales
recomendaciones que el Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas hizo
a México durante el reciente Examen Periódico Universal del 2013 fue,
precisamente, que las violaciones de derechos humanos cometidas por militares
sean juzgadas por el sistema de justicia penal ordinario. Recordemos que entre
2006 y el 2013, la Comisión Nacional de Derechos Humanos recibió 8150
denuncias de abusos cometidos por
miembros del ejército y emitió 116 recomendaciones sobre casos donde las
fuerzas armadas participaron en graves violaciones de los derechos humanos. La
Procuraduría General de Justicia Militar reconoció en 2012 que solamente 38
militares habían sido condenados por violaciones a los derechos humanos. Mientras los militares juzguen a sus pares,
sin transparencia e independencia, la impunidad seguirá campeando.
Hay quienes afirman que la
participación policial del ejército en esta guerra los ha desgastado. Pero también
habrá que ponderar qué gana, además de mayor presupuesto, el ejército en esta
guerra. Por lo pronto una buena parte de los mexicanos se van acostumbrando a
verlos custodiando las plazas y las calles. La militarización de nuestra
sociedad ha silenciado los llamados de la ciudadanía a que pronto, muy pronto,
los soldados regresen a sus cuarteles. ¿Qué tanto poder político, allá, a la
sombra de La silla del águila, en esta pax príista, están acumulando los mandos
militares? No olvidemos que la dictadura perfecta siempre se desarrolló de la
mano del ejército.
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